La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

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Carmen Ferreras

Buenos días, buenas tardes, gracias

Cuesta tan poco saludar cuando se entra o se sale de un lugar

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No sin cierto asombro, no sin cierto estupor, escuchaba un día a una pareja preguntar y preguntarse ¿qué es eso de los valores y para qué sirven? Cuando alguien no quiere saber, cuando alguien no quiere entender, por muy bien que argumentes ya puedes desgañitarte. O eres ñoña, o eres facha, o eres beata, o intentas algo así como una especie de adoctrinamiento que para algunos modernos huele a Iglesia y se espantan. No entienden que los valores van ligados a la educación, a una buena educación que también es un valor que desgraciadamente se está perdiendo.

Quienes no quieren comprender o no tienen capacidad para escuchar no entienden como valores la bondad, la sinceridad, la empatía, el amor, la paciencia, la gratitud, el perdón, la humildad, el respeto, la honestidad, la responsabilidad o el amor que es el más universal de todos. Y como si de la carta de un restaurante se tratara, eligen aquellos que creen más alejados de la ética, de la moral.

Cuesta tan poco saludar cuando se entra o se sale de un lugar. Es tan gratificante ejercer la gratitud, dar las gracias

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Todo este prólogo a cuento de un asunto del que no sólo se ha percatado servidora. Somos cada vez más las personas que lamentamos, ya que quejarse no vale de nada, que ese acto de atención, cortesía o afecto, en definitiva de educación, que es el saludo de buenos días, buenas tardes o buenas noches, no tenga contestación y como toda respuesta te devuelvan el silencio y la indiferencia. No me extraña que se haya debido instaurar el Día Mundial del Saludo, que se celebra el 21 de noviembre, como elemento básico y fundamental en la comunicación entre las personas.

Otro tanto de la misma indiferencia, silencio o extrañeza ocurre cuando se dan las gracias que no deja de ser otra cosa que el reconocimiento y la demostración de que se le da valor a lo que se ha recibido de una persona por pequeño que parezca. La gente no entiende estos gestos, no está ni para devolver saludos, ni para darlos cuando entra o sale de un lugar y mucho menos para recibir la gratitud de otra persona. Me da mucha pena que esa indiferencia se haya instalado en tantas personas ocupando el lugar que debiera estar reservado a los valores. Por lo menos a los más elementales.

Cuesta tan poco saludar cuando se entra o se sale de un lugar. Es tan gratificante ejercer la gratitud, dar las gracias. Lo que no puedo entender es que la gente mire como si se tratara de un bicho raro a quien, simple y llanamente, demuestra tener educación y sensibilidad, valores que, desgraciadamente, cotizan a la baja. Buenos días, querido lector.

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