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Foto de familia del presidente Alfonso Fernández Mañueco (centro) con los miembros de su nuevo Gobierno. | Rubén Cacho / ICAL

Todo muy bonito…sobre el papel

Habrá que ver si el plan de Mañueco funciona o le ocurre como a tantos y tantos otros

Suelo acoger con bastante recelo esos grandes planes presentados a bombo y platillo y destinados, según sus impulsores, a salvarnos de todos los males pasados, presentes y futuros. Mi desconfianza no es innata, sino fruto de años y años de experiencias y frustraciones. He asistido a decenas y decenas de esas puestas en escena y de anuncios que después se quedaron en nada o en muy poquita cosa. ¿Qué se hizo de aquellas promesas de los discursos de investidura o de los debates sobre el estado de la autonomía?, ¿cuántas se cumplieron?, ¿quién hizo luego balance de todas aquellas palabras? Las respuestas son, salvo raras excepciones, negativas. Y es que uno de los problemas que acompaña a estos anuncios impactantes y grandilocuentes es que nadie se preocupa de hacer un seguimiento, de comprobar con datos si lo dicho se ha ejecutado, si lo prometido se ha realizado. Y así, claro, no hay forma de saber qué fue de los planes, si cumplieron o no sus objetivos. A veces, muchas veces, tras la presentación a la prensa, el plan va a un cajón y allí duerme el sueño de los justos hasta que alguien lo recupera y modifica o, simplemente, lo olvida del todo.

Como periodista que ha seguido mucho tiempo la política regional he vivido estas situaciones con frecuencia. Una de ellas me dejó un tanto anonadado. Era Silvia Clemente la consejera de Medio Ambiente y convocó una rueda de prensa para presentar un plan de repoblación forestal a gran escala. Nada menos que plantar algo así como 20 millones de árboles en 20 años. Aquello era un bombazo, una forma de acabar con la fama de árida y desarbolada que tiene gran parte de nuestra tierra. Era un motivo para estar orgulloso de tal programa. ¿Qué sucedió? Creo que no se llegó a plantar ninguno. Si no recuerdo mal, a Silvia Clemente la nombraron poco después consejera de Cultura, más tarde de Agricultura y después presidenta de las Cortes. ¿Y el plan forestal? Bien, muchas gracias. Sus sucesores en Medio Ambiente no se ocuparon de él. La oposición tampoco pidió explicaciones. Los informadores, como quien oye llover. Ni siquiera supimos cuanto había costado ese programa, sus datos, sus gráficos, sus carpetas tan monas y coloreadas. En fin…

Habrá que ver cómo se desarrolla todo y si el plan anticrisis de PP y Vox mejora la mala situación en la que estamos. La palabra “despoblación” no aparece en los rótulos de ninguna de las nuevas consejerías. Se ve que ya no está de moda

Es un ejemplo de los muchos que se podrían citar; un ejemplo revelador de las causas de ese escepticismo que me inunda cuando alguno de nuestros gerifaltes, sea quien sea, se lanza a exponer remedios y más remedios para nuestros males. Todos se curarán a partir de ahora. Tabla rasa con el ayer. ¿Seremos capaces de saber dentro de unos meses, incluso años, si esos anuncios redentores han llegado a cogüelmo, si han fructificado? Tengo mis dudas. Y repito, no porque desconfíe por desconfiar, sino porque, como dicen por mi pueblo, el gato escaldado hasta del agua fría huye. ¡Y han sido tantas las ocasiones en las que uno ha resultado escaldado tras salir esperanzado de presentaciones de planes, programas, inversiones, ayudas, etcétera, etc.

Por todo ello, y no por otras razones, he acogido como he acogido el plan anticrisis presentado el jueves por Alfonso Fernández Mañueco después de la primera reunión del nuevo gobierno de Castilla y León. No se trata de la “revolución fiscal” anunciada días atrás por el presidente regional, pero contiene elementos innovadores e incardinados en ese mensaje permanente del PP de reducir impuestos. Mañueco y su gobierno saben que cualquier anuncio de este tipo cae bien en la ciudadanía. Al personal no le gusta rascarse el bolsillo. Y saben, asimismo, que no conviene destacar, ni siquiera citar, los aspectos negativos. Ah, ¿pero los hay?, se preguntará más de uno al ver la cara de satisfacción y orgullo de don Alfonso al anunciar la buena nueva? Hombre, pues, sí. Si la Junta recauda menos, tendrá menos dinero para ayudas y subvenciones, para la Sanidad, para la Educación, para los servicios sociales, para carreteras. La rebaja del tramo autonómico del IRPF expuesta por el señor Mañueco supondrá una reducción de unos 20 millones de euros anuales para las arcas castellano-leonesas. ¿Nos compensará ahorrarnos 35 euros al año si luego los servicios públicos funcionan peor, o sea con 20 millones menos?

Habrá que ver cómo se desarrolla todo y si el plan anticrisis de PP y Vox mejora la mala situación en la que estamos. El mismo día en que Mañueco lanzaba sus anuncios supimos que, en 2021, Castilla y León había perdido más de 13.000 habitantes. Pero, oiga, la palabra “despoblación” no aparece en los rótulos de ninguna de las nuevas consejerías. Se ve que ya no está de moda.

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