La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Ángel Macias

El espejo de tinta

Ángel Macías

Ciudad abandonada

Lo siento, señor Guarido, no puedo darle la enhorabuena por una Zamora sucia, dejada y maltratada

Trabajadores del servicio de limpieza y recogida de basura de Zamora.

Anunciaba hace unos días el equipo de gobierno municipal que la empresa adjudicataria del nuevo contrato de recogida de basuras y limpieza viaria “anticipará” dos meses el momento de prestación del nuevo servicio. “¡Enhorabuena, alcalde!”, he leído en redes sociales en algunos comentarios de ciudadanos de bien y en bastantes perfiles creados al efecto desde el entorno del gabinete de alcaldía. Me sumaría a la enhorabuena de no ser porque el anterior contrato, que firmé yo en el año 2000, veintidós años han pasado, tenía prevista una vigencia de diez años y la opción de una prórroga por cinco más.

Lo siento, señor Guarido, no puedo darle la enhorabuena por una ciudad sucia, dejada y maltratada. No cuela el timo de la estampita, el tocomocho político al que nos tienen acostumbrados. La política de los anuncios y no del trabajo. La de la propaganda y no la eficacia. La del acoso al discrepante y la opacidad ante la oposición y los vecinos. La de los plenos telemáticos, aún a estas alturas, porque la mejor forma de cortar la voz a quienes no se dedican solo a aplaudir es a través de una pantalla y no dando la cara como debe hacer aquel al que mayoritariamente los zamoranos le han dicho por dos veces seguidas que sea el primero de ellos.

La apatía de un alcalde solo lleva al abandono de una ciudad que no se lo merece

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Anticipar dos meses, tras casi siete años siendo alcalde. Con el mayor contrato de la ciudad vencido desde el mismo año en que ocupó el sillón. Con los contenedores dando pena en cada rincón de la ciudad y asco en los barrios más alejados del centro. Sin papeleras en las calles. Sin barredoras mecánicas en funcionamiento por llevar años averiadas. Con camiones que pierden más aceite que basura recogen. Sin baldeos ni limpieza con las frecuencias debidas porque a pesar de las advertencias técnicas y vecinales usted y sus concejales prefieren tener las tardes libres antes que dedicarle a la ciudad el tiempo que Zamora requiere y su futuro necesita. Anticipar dos meses la renovación de un contrato que lleva veintidós años en vigor y debería llevar mínimo siete renovado no es para lanzarse muchas flores como un César romano sino para preocuparse cuando las ratas salen a la superficie. Y tampoco en esta ocasión puede echarse ya la culpa a los anteriores y los anteriores a los anteriores o a decir que no sabía cómo estaban las cosas precisamente quien es el concejal del ayuntamiento de la capital que más años lleva ocupando puesto.

La púrpura, el halo de los césares, la gloria de los votos, sirven para dar alas cuando el político llega al puesto y que éste se convierta en impulsor de cambios y transformaciones para la ciudad. En artesano y líder de un equipo político que llega con él y técnico que ya está en la casa, para hacer que la ciudad funcione, que los servicios públicos respondan a las necesidades de los ciudadanos. Cuando ya no es así y la responsabilidad se convierte en carga es mejor irse. Porque la apatía de un alcalde solo lleva al abandono de una ciudad que no se lo merece.

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