Parece como si hubiéramos renunciado a la serenidad, a la sensatez y al pensamiento positivo, quizás porque ya necesitamos las peleas a dentelladas para sobrevivir. A la cama no te irás sin una polémica más. O sin una sospecha que conducirá a los estacazos. O sin un motivo, real o supuesto, para incendiar la convivencia. ¿Convivencia? ¡Qué coños de convivencia! Da la impresión de que aquí lo que prima es la bronca, la riña, el derrotar al rival al precio que sea, aunque se dañe a la ciudadanía. No tenemos tiempo para poner las luces largas y mirar más allá de un cortoplacismo miope y castrante. No importa. Lo vital es tener contentos a los nuestros y sacudir leñazos a los de enfrente. Se ha puesto de moda gobernar a golpe de encuestas y de declaraciones rimbombantes que acaparen titulares. El rayo que no cesa.

Si a uno le da por recoger y revisar las informaciones que van apareciendo durante la semana, llega al domingo deprimido y sin ganas de levantarse. Y eso que la pandemia va cediendo y las previsiones son más optimistas. Pero la Junta no permite aun el consumo en el interior de bares y restaurantes, lo que tiene muy cabreados, y con mucha razón, a los hosteleros. ¿En Madrid sí y aquí no? No es fácil entenderlo. En el metro se puede ir amontonado y a pocos centímetros unos de otros, pero en una cafetería, con las correspondientes medidas de seguridad, no se puede entrar. Y, claro, surgen las polémicas, esas a las que la sociedad moderna parece haberse abonado ya por los siglos de los siglos.

-Aquí, si no andamos a la greña, es como si nos faltara el aire; nacemos llorando, vivimos discutiendo y nos morimos jurándoselas al vecino, comenta el señor Prepedigno, que se ha levantado hoy un tanto jariego.

-No hay más que arrimarse a un corrillo de jubilados y escuchar un rato. Ni siquiera cuando hablan de las cosas de antaño se ponen de acuerdo. Y no digamos si sale a colación la política o lo del rey y la corista; entonces, arde Troya, tercia el señor Porférico, que tampoco es que ande él muy optimista.

Lo del rey y Corinna, otro asunto para la bronca, aunque, en principio, pareciera que estamos todos de acuerdo, pero unos quieren separar lo de Juan Carlos I de la institución monárquica y otros meter todo en el mismo saco para sacudirle al monarca actual. Estoy más de acuerdo con los primeros. Además, desconfío, y cada vez más, de iniciativas que procedan de Bildu, la CUP y demás separatistas catalanes y una parte de Unidas Podemos, que parece ignorar que los suyos están en el Gobierno.

Ha sido esta, lo del pago del emérito a Hacienda para regularizar su situación, una de las noticias de la semana. Tanto que, en solo 24 horas, eclipsó la conmemoración de los 40 años del “tejerazo”. Otro asunto que se prestaba a la unanimidad, pero que terminó (y empezó) en división. Independentistas y nacionalistas decidieron no acudir, como si aquel intento de golpe de Estado no les hubiera afectado. Que le pregunten a Jordi Pujol cuya conversación con el rey y su inmediata divulgación por el “molt honorable” tranquilizó a muchos españoles. “Tranquil, Jordi, tranquil”, dijo que le había dicho el monarca. Cuentan (se contó entonces) que el lehendakari Carlos Garaicochea llamó a la Zarzuela desde Biarritz (Francia). Otra forma de patriotismo bien entendido. Pues eso, que unos no fueron, otros no aplaudieron y casi todos sacaron la lengua a pasear. Y la celebración de cuatro décadas de consolidación de la democracia y del fracaso de los espadones se redujo a una nueva (o vieja) polémica.

Un par de días después, Pedro Sánchez anunció en el Congreso ayudas por valor de 11.000 millones para empresas y autónomos. Gran noticia… Especialmente para los que puedan beneficiarse. Bueno, pues cinco minutos después del anuncio ya estaba el personal diciendo que si no había aclarado el sistema de acceso, que si no se sabía si eran ayudas a fondo perdido o créditos, que si unas entidades sí y otras no, que si habría quitas, que si se había hablado con los bancos… ¿No podían haber esperado algún tiempo en lugar de criticar minuto a minuto? Necesidad de bronca.

Y luego está lo de la renovación de algunos órganos institucionales. Respiramos tras el acuerdo para el Consejo de RTVE, pero, acto seguido, se rompieron las negociaciones PSOE-PP para el Consejo General del Poder Judicial, que lleva caducado más de dos años. Vetos, líneas rojas, un juez tachado de partidista por haber redactado la sentencia de la Gürtel…una maravilla, el interés general ante todo. ¿Y así vamos a creer en la Justicia? Difícil nos lo ponen.