El Ejecutivo patrio pasa estos días por una guerra de intereses. Como ha dicho la desconocida ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, "el Gobierno prioriza el interés general por encima del interés particular". Sabiendo quién está detrás de esta guerra de intereses, hay que ponerse en lo peor. Hay que preguntarse ¿qué es?, ¿en qué consiste el interés general para el Gobierno social-comunista de España? El bien general parecen ser los sindicatos y los colectivos desfavorecidos, esos sobre los que es fácil ejercitar la demagogia, y en general el mundo obrero, entendiendo por tal los que se escoran a la izquierda. Para los demás no hay interés general que valga. Los demás, forman parte del 'interés particular' sobre todo si se trata de empresarios a los que este Gobierno está dando de lado, a los que este Gobierno está maltratando de una manera infame.

Si fuera un Gobierno con sentido de Estado, un Gobierno previsor, no sólo se emplearía a fondo en el hoy, hay que pensar con perspectiva, hay que pensar en mañana, en el día después. Cuando todo vuelva a la normalidad, ¿cuántos habrán sido capaces de resistir? Ni que los empresarios no tuvieran que pagar hipotecas, las nóminas, la Seguridad Social propia y de sus empleados, eso parece entender el Gobierno social-comunista de España, los empresarios son un cero a la izquierda para este Gobierno. Hasta donde yo sé, si no hay empresa no hay trabajo. Si no hay trabajo no hay pan. Entonces, ¿será el Gobierno el que surta nuestra despensa? A lo mejor, al final, delega en Cáritas, en la Iglesia diocesana para que le saque esas castañas del fuego.

Es verdad que para que haya economía tiene que haber salud, como dice el ministro de Sanidad, pero si hay salud y no hay economía, ya me dirá usted. El Gobierno lo tiene claro desde el principio, no se debate entre el interés general y el interés particular. Pablo Iglesias nos está enviando flashes todos los días, vía twitter, para que nos vayamos haciendo a la idea. Cuando el Gobierno no disponga de guita, que no dispone, tirará de la guita de los demás para sacar adelante el interés general del que tanto hablan y que afecta a unos pocos parias que, de esa forma, darán vigencia a la Internacional. Porque aquella famélica legión de entonces, ya no es tal, ni legión porque ha visto sus filas mermadas, gracias a Dios, ni famélica porque esta España nada tiene que ver con la de la cartilla de racionamiento.

España tiene mecanismos, que no son públicos, para dar puerta al hambre. No deberían ser la solución, pero lo son ante la falta de perspectivas laborales. Hablo una y mil veces de Cáritas, hablo del Banco de Alimentos, hablo de Cruz Roja, hablo de tantas pequeñas y grandes Ong,s que con su trabajo ayudan a paliar el efecto devastador del hambre. Cómo es posible que la ministra pida empatía a las empresas, después del cabreo del presidente de CEOE, Antonio Garamendi, quien ha puesto el dedo en la llaga, advirtiendo de los riesgos para la economía que tienen las decisiones del Gobierno detrás de las que se parapeta Pablo Iglesias. La parte socialista del Gobierno es el trampantojo tras el que se esconde UP. Sánchez está en la obligación de dialogar no sólo con los sindicatos, que están encantados, debe hacer lo propio con la CEOE, con Cepyme, con todos los afectados a los que no está haciendo ni caso y con la oposición. Algo tendrán que decir. Ellos son los que verdaderamente arriesgan. En ese interés general, también entra de lleno el mundo empresarial. Servidora es una trabajadora sin más, la última, la más pequeña, la más vulnerable, pero entiendo perfectamente el problema que se les presenta a quienes nos dan trabajo. Y yo no voy a morder la mano que me da de comer. Es mi particular interés.