Si las valoraciones postelectorales de las generales celebradas el pasado domingo no tienen ningún desperdicio, menos aún lo tienen algunas de las últimas declaraciones públicas de políticos del PP de la Comunidad, como las realizadas por el presidente provincial de Zamora.

José María Barrios, que así se llama, ha perdido al final sus opciones para ocupar escaño en el Senado tras el recuento del voto de los castellanos y leoneses residentes en el extranjero y cuyo resultado ha acabado otorgando finalmente a la bancada socialista el cuarto representante en liza a la Cámara Alta por esa circunscripción. Y casi lo mismo ha sucedido en la provincia de Segovia, aunque aquí el recuento final de una mesa ha sido el detonante para inclinar la balanza también a favor del PSOE.

Pero, insisto, leo atónito algunas declaraciones tras el recuento de papeletas, como las efectuadas por José María Barrios, quien afirma que, dadas las escasas diferencias entre PSOE y PP -realmente un puñado de votos-, los sufragios dirigidos a Vox han sido a la postre decisivos para la pérdida del PP y la ganancia del PSOE. Y no salgo de mi asombro al comprobar que los dirigentes políticos no sean aún capaces de encontrar las causas de sus fracasos mirándose un poco más el ombligo. Porque el voto pertenece de manera exclusiva a cada uno de los electores, que deciden libremente en cada momento a qué formación o candidato se lo ceden. Ni siquiera ese voto es una donación a un partido u otro, sino que es una cesión y, como tal, lo puede dar o quitar en cada convocatoria electoral. Sin embargo, en lugar de asumir la realidad, haciendo el diagnóstico más cabal para que cuanto antes empiecen a saturar las heridas, hay políticos 'populares' empecinados en achacar a otras formaciones políticas el varapalo sufrido por el PP en los recientes comicios. Resulta del todo incoherente atribuir a otros lo que le ocurre a una formación en concreto, cuando quizás lo que haya sucedido es que no han sabido vender su mensaje o, simplemente, que el discurso electoral estaba equivocado.

Un puñado de votos de los castellanos y leoneses residentes en el exterior le han invalidado a Barrios para obtener su acta de senador, y de unos pocos sufragios puede depender también el color político de algún que otro escaño del nuevo Parlamento autonómico que surja de la cita con las urnas del próximo 26 de mayo. Es un hecho innegable que los emigrantes y descendientes de Castilla y León, especialmente en países de Iberoamérica, donde se cuentan por miles, no gozan de las mismas atenciones que sí disponían, en cambio, no hace tanto tiempo. El PP lo ha tenido todo a su favor durante décadas y, a excepción de Galicia, ha dejado de enarbolar esa bandera de la emigración que, a las pruebas me remito, aporta réditos políticos y cargos institucionales a través de los sufragios emitidos por lo que antaño dio en llamarse la décima provincia de Castilla y León.

En fin, está claro que aquí no se consuela quien no quiere.