No descubro nada nuevo si digo que en otro tiempo no tan lejano, las fortunas se labraban a base de ingenio, de mano izquierda, de esfuerzo, de inteligencia. No hacía falta emplear algoritmos, la inteligencia natural y la habilidad sobraban y bastaban junto a todo lo demás. El auge de las nuevas tecnologías ha propiciado la aparición de nuevos ricos, ¡qué digo!, nuevos 'muchimillonarios' que no necesitan contar ni con habilidades, ni con mano izquierda, ni siquiera con el preciso esfuerzo, les basta con una inteligencia superior que se termina pagando a precio de oro.

Junto a las fortunas del entorno tecnológico, menos ostentosas que las otras, están las nacidas a la sombra o al amor de los grandes poderes políticos. Ahí están los más que millonarios chinos, rusos, brasileños e indios de la India que constituyen la mitad de los 214 nuevos multimillonarios de la lista Forbes. Cuántos de ellos, obtuvieron su fortuna mediante participaciones en compañías públicas. Que tendrá lo público que atrae como miel a las moscas a especuladores y rufianes de todas las cataduras, además de a gente normal.

En cuanto se observe ostentación, dilapidación de dinero y alguna que otra excentricidad que pasa por lucir pareja más joven, a veces son incluso prostitutas de lujo, coche de mucha cilindrada y chalé con piscina, piense mal y se quedará corto. Lo que no entiendo es que Hacienda se detenga en las pequeñas cosas y no ponga su atención preferente sobre los ostentosos. No se puede pasar de la nada o de la medianía a la opulencia en un abrir y cerrar de ojos. Hay que estar más atentos a ciertos cambios de situación económica y por lo tanto social.

El poder constituye el más importante atractivo. Los políticos son también, desde hace unos años, la clase emergente que gana lo que no está en los escritos. No se conforman con lo que sacan en sus escaños y en las comisiones que se les pagan a precio de oro que se enredan en mil cosas más para seguir aumentando la cuenta corriente o la otra no tan corriente de la que no estamos al corriente porque escapa a cualquier investigación. De que si no el casoplón de Pablo Iglesias en Galapagar. Lo grave del caso es que cuando de ex presidentes del Gobierno se trata, cuando se van no lo hacen del todo, se quedan en el Consejo de Estado, donde cobran unos emolumentos exagerados que salen del mismo sitio, de todos nosotros, y además se dedican a crear fundaciones o a vender su verbo por países en conflicto. Como ha hecho Rodríguez Zapatero en Venezuela donde, por cierto, la inmensa mayoría de venezolanos rechazan su presencia y su aparente mediación, por connivencia con el régimen de Maduro.

Rodríguez Zapatero es, por el momento, el último en adquirir mansión en propiedad, como de Guindos e Iglesias, sólo que Guindos se llevó sopa con honda por parte de Iglesias y lo de Zapatero sólo se lleva el beneplácito del líder de Podemos con fecha de caducidad. El leonés se ha comprado casoplón en una de las zonas más exclusivas de Madrid. Un lujoso chalé ubicado en Aravaca, próximo a El Pardo y a La Moncloa. Dicen las lenguas de doble filo que el dinero venezolano y para más señas chavista, ha obrado el prodigio junto a los 101.320 euros anuales que percibe por formar parte del Consejo de Estado. Unos dicen que el casoplón zapateril ha costado por encima del millón de euros y otros sostienen que ha subido de los ochocientos mil euritos.

Estos son los actuales nuevos ricos españoles, junto a Echenique, Monedero y no tardando mucho, también Sánchez. Sólo que estos nada tienen que ver con Amancio Ortega y los ricos que lo son por habérselo currado.