La letanía de Sánchez no ha variado un ápice a pesar de su defenestración. Se la ha aprendido de memoria y la suelta do quiera que va. "Nuestro adversario es el PP", ora pro nobis. "Rajoy es el problema", ora pro nobis. "Hay que acabar con la derecha que representa Rajoy", ora pro nobis. Solo que desde su defenestración ha ido añadiendo versos sueltos a su ya conocida retahíla. "Para coser el PSOE la mejor aguja e hilo es la voz y el voto de la militancia, no la de cuatro metidos en un despacho", ora pro nobis. "Retrasar la convocatoria del congreso no beneficia a ningún socialista y sí a Mariano Rajoy", ora pro nobis.

Su fijación con el presidente del Gobierno y líder de los populares es enfermiza. Debería hacérselo mirar. Además no le funcionó. Debería tomárselo de otra manera y no que cada día se parece más a "don erre que erre", aquel personaje del cine que encarnará a la perfección un sembrado Paco Martínez Soria. Sánchez es la versión siglo XXI del conocido personaje don Rodrigo de Quesada. Solo que ahora, además, arremete con furibundia contra la gestora de su partido.

Todos los que no están de acuerdo con Sánchez son enemigos de Sánchez. Al PSOE le ha salido un callo donde más puede dolerle. El ex secretario general está dispuesto a dar la batalla y ni Susanas, ni Madinas, ni Pachis López, ni nadie que se le ponga por el medio. Sánchez es tóxico para el PSOE. No le sienta bien. Pero no hay peor necio que el que no quiere reconocer su necedad. Los enemigos del partido socialista no son ni el PP, ni Ciudadanos, ni Rajoy. Los enemigos del Partido Socialista Obrero Español son Pedro Sánchez y Podemos. ¡Vaya dos apóstoles Pedro y Pablo!

Resulta cansino el ex, repitiendo hasta la saciedad el discurso que se ha aprendido de memoria y va recitando allá por donde va. Además de seguir erre que erre desgastándole el nombre a Rajoy, no hace otra cosa que provocar a su partido y más concretamente a la gestora que se está dando tiempo a sí misma para que las aguas vuelvan a su cauce y así enderezar el partido que más que torcer, pedro Sánchez retorció hasta dejarlo desconocido. Si los de la gestora no hubieran tomado cartas en el asunto hubiera sido el acabose para las siglas más que centenarias, convertido el PSOE en palafrenero de dos formaciones implicadas y comprometidas con la destrucción del orden constitucional. Hablo de Podemos y de los separatistas. Pedro Sánchez sobrepasó con creces todas la líneas rojas habidas y por haber. Por eso no deja de resultar curioso y preocupante que haya quien le jalee y acuda a escucharle decir lo de siempre.

Los únicos ejes de su acción política fueron y siguen siendo a día de hoy el deseo irrefrenable, enfermizo e irrestricto de llegar a la Moncloa instalándose en el poder y el odio y el sectarismo manifiesto al PP y a Rajoy, no sé si por ese orden.