Es muy difícil coincidir en España en una opinión; somos tan imaginativos que siempre hallamos otra solución a cualquier problema. Sin embargo, ahora, en 2016, estamos todos de acuerdo en calificar de única y preocupante la situación de nuestra patria. Tal vez estemos terminando con ocho meses de inestabilidad, con ausencia de un Gobierno estable y posesor de facultades plenas, dentro siempre de las limitaciones que nuestra Constitución opone a un pernicioso libertinaje de decisiones para todos los ciudadanos. Han sido muchos días en los que un "Gobierno provisional" ha intentado resolver las cuestiones que se le planteaban, atendiendo sólo a los problemas "de trámite", sin poder plantear ley alguna, ni buscar solución a problemas que no necesitan, ordinariamente, colaboración de cualquier otro estamento. Todos estamos de acuerdo en que esta situación debe acabar y no es deseable estar bajo este Gobierno hasta finales de este año; no se puede aceptar que un año entero España carezca de Gobierno "definitivo".

En estos días de la segunda parte de agosto han llegado a un acuerdo el Partido Popular y el de Ciudadanos (los titulares de ambos partidos) encontrando la fórmula para desbloquear la situación. El día 19 se ha firmado un pacto sobre cuestiones fundamentales; y han comenzado las "negociaciones" que lleven a un "sí técnico" del partido de Rivera a la investidura de Rajoy como presiente del Gobierno de España. La palabra inventada por Albert Rivera, que nadie quiere entender -"técnico"- lleva a la solución. Mi interpretación de esa palabra es la siguiente: "No me gusta que Rajoy asuma el Gobierno de España; pero, buscando solución al bloqueo existente, manifestaré mi desacuerdo en la primera votación con un no; y, con un sí, ayudaré a la mayoría simple que se busca en la segunda votación para la investidura de Rajoy. De esta manera la técnica sustituye al afecto en el procedimiento".

Según se desprende de las manifestaciones escuchadas, nadie, exceptuados los socialistas, entiende ese no rotundo de don Pedro Sánchez a la investidura de don Mariano Rajoy. Parece que tal no llega a la sinrazón, cuando dicho señor ha ampliado la negación absoluta a cualquier solución del señor Rajoy en la supuesta legislatura próxima, comenzando por los urgentes Presupuestos Generales del Estado. Lo razonable, en cualquier situación, es analizar concienzudamente todos los argumentos ofrecidos por el contrario y resolver de acuerdo con el análisis realizado. Asegurar un no (o un sí; para el caso es igual) "a priori" para cualquier proposición no parece entrar en razón; es, llanamente, una sinrazón.

El resto de las fuerzas políticas, salvo Coalición Canaria, permanecen en silencio; con lo que están diciendo no a toda la investidura que se brindará el día 30 de agosto en primera votación. Suponiendo la falta de acuerdo, parece razonable interpretar masiva negativa. Con ella seguiríamos en el bloqueo y se producirían, sin duda alguna, unas terceras Elecciones Generales, para las que se ha señalado como fecha el 25 de diciembre. No es mal día el de Navidad para que naciera la solución al gravísimo problema que nos afecta en la actualidad. Pero se da la paradoja de que ningún partido político quiere que se produzcan esas terceras elecciones. Ahí tenemos una tremenda paradoja: no a la investidura; no a nuevas elecciones; sí a salir de este impasse. ¿En qué quedamos? Solo falta añadir a esto la negativa para aceptar una solución alternativa de "Gobierno de progreso", mediante la coalición de las fuerzas de izquierda.

Una solución que parece razonable es plantear crudamente el problema y darle la solución, mediante la palabra enigmática ofrecida por don Albert Rivera: El dilema, desposeídos de la denominación "derechas-izquierdas", hoy inadmisible, es sustituir esa disyuntiva por "España, sí-España no". Y resolver de la siguiente manera: sí en la investidura; con un sí técnico: Sobre todo los partidos calificados de "derecha" por don Pedro Sánchez, deberían solucionar con la técnica la falta de declaración afectiva. A disgusto, o -como se dice- "tapando la nariz", daremos un sí técnico a favor de solucionar el problema: con reservas (técnicamente): sí a la España que nos pide resolver el problema.