Como en el circo: más difícil todavía. Si el Real Madrid, por entonces líder de la competición, tiró la Liga en una semana negra, hace bien poco, el Barcelona en una negra semana de pasión ha tirado la Liga, la Champions y la Copa del Rey. Tres partidos, tres derrotas, que parecen marcar definitivamente el final de un ciclo triunfal para los catalanes, una historia seguramente irrepetible.

En teoría, claro, tanto a los blancos como a los azulgranas les queda el torno de la regularidad, la Liga, pero a día de hoy, y a falta de muy escasas jornadas, las apuestas se muestran totalmente favorables al tercero en discordia: el Atlético de Madrid, un club con pocas simpatías fuera de la capital de España, que arrastra una aureola de lo que ahora, eufemísticamente, se ha dado en llamar intensidad, pero que poco a poco y a base de dinero ha conseguido hacer un equipo muy fuerte, anímica y físicamente, debido a un entrenador, Simeone, semejante a Mourinho en muchos aspectos, y que teniendo el título al alcance de la mano, como lo tiene, va a ser difícil que se lo deje arrebatar. Aunque hasta el final nadie es dichoso, ya se sabe, y por medio, en Europa, le espera el Chelsea con el consiguiente desgaste.

Peor lo tiene el Real, que no depende de sí mismo, sino de lo que haga o deje de hacer su vecino de la capital, y que incluso aunque lograse empatarle a puntos perdería la Liga por el golaveraje particular, desfavorable a los madridistas. Antes, además, está el campeón de Europa, la bestia negra de los blancos, el Bayern de Múnich, seguramente el mejor equipo de la actualidad y que encima, por si fuera poco, tiene al catalán Guardiola de entrenador, que está repitiendo con el club germano las campañas gloriosas que consiguiera con un Barcelona mítico.

Pero un mito que los síntomas, los indicios y la realidad, dan ya por acabado. La felicidad no dura siempre, Guardiola lo supo ver y por eso dejó el club barcelonista oportunamente. El tiempo pasa, los jugadores van cumpliendo años y sus condiciones y cualidades van mermando. Tal vez no sea el caso de Messi, el ídolo azulgrana, joven aún, pero que parece irse deshinchado, como les suele ocurrir, por otra parte, a algunos astros del fútbol que empiezan a brillar muy pronto, aunque es indudable que se recuperará y puede que hasta vuelva a ser el que fue. Que sea en el Barcelona, ya es otro cantar.

Al menos, el Madrid se llevará un título, la Copa del Rey, pase lo que pase en el enfrentamiento doble con el Bayern, para el que ya contará con el lesionado Cristiano Ronaldo, su gran figura, y con un Bale extraordinario que en su primera temporada en el fútbol español ha demostrado que vale lo que cuesta y del que cabe esperar mucho. Si además la Liga se queda también en la capital de España, aunque sea para el Atlético, será fácil detectar la oscura gozada de que los dos más importantes trofeos permanezcan en Madrid y no viajen a tierras de Cataluña. Aparte, queda la posibilidad de la Champions, con los clubs madrileños en las semifinales. El cierre de todas las competiciones en liza se acerca y en un mes o poco mes quedarán resueltas las incógnitas restantes. Luego, Brasil, con su Mundial.