Parece que Rajoy su Gobierno, o sea el Gobierno de la nación, ya ni siquiera se plantean lo de pedir o no pedir la intervención europea, que es algo que dan por sentado, sino que la cuestión ahora está en cuanto pedir y cuando hacerlo. Porque las consecuencias serán todavía más impopulares que las producidas con las medidas tomadas hasta ahora. Pero la visita de Angela Merkel a Madrid, días atrás, ha dejado las cosas bastante claras y ya pocos apuestan por que no habrá rescate.

La primera cuestión será determinar la cuantía del crédito. La otra cuestión, la de cuando hacerlo, importa menos en realidad, aunque hay que dar por descontado que, en caso de producirse, será cuando hayan pasado las elecciones regionales de Galicia y el País Vasco. Para otros comicios falta aun mucho tiempo. Así que habrá que decidir entre el rescate suave y el rescate total, si bien casi todas las opiniones apuntan a una intervención menor, con fondos europeos que podrían ir de los 21.000 millones de euros a los 100.000, revisables cada seis meses y con un plazo máximo de dos años.

Algo que se extendería muy probablemente a Italia, en el mismo delicado estado que España, mientras que otros países: Grecia, Irlanda y Portugal ya han probado la amarga medicina. Amarga, muy amarga, porque Europa pone unas condiciones drásticas de obligado cumplimiento. A ver quién se atreve ahora a salir anunciando a los españoles nuevas y durísimas medidas de ajuste, cuando se acaban de poner en marcha otras no menos draconianas. Y eso con el rescate parcial, o preventivo, que si fuese el total asustaría solo pensar en su calado.

Desde luego que los impuestos volverán a subir, que ya el Gobierno lo ha dejado caer hace poco, pero no es solo eso. Por supuesto que los sueldos se congelarán durante dos años. Y no solo los sueldos, sino igualmente las pensiones, y hay que esperar que se quedasen en eso, en la congelación y no en el recorte, una amenaza que no ha desaparecido sino que sigue muy latente. A los parados se les volverían a recortar las prestaciones de desempleo y el copago sanitario se extendería, como ocurre en casi todos los países de Europa, a las consultas, las urgencias y las estancias hospitalarias.

Todo un negro panorama. Al que obliga Bruselas como condición al crédito. Por cierto que también exige más despidos de funcionarios y la privatización de empresas y servicios de titularidad pública, así como la venta de sus inmuebles. Más contribución ciudadana, menor consumo y más paro, ese es el resumen. Se comprende que Rajoy se resista como gato panza arriba, pero se teme que al final no le quede otro remedio que pasar por el aro de fuego.

Recortes de todo menos de políticos, triste conclusión. Estado del bienestar, solo para políticos. Quién pagará el rescate, por suave que sea, de sobra se sabe: los paganos de siempre. Aumenta la preocupación y el desánimo en la población por mucho que algunos políticos digan cosas tan pueriles como que la tristeza es solo para futbolistas caprichosos. Y también aumenta el cabreo generalizado.