Un año más -y van ocho- el Patio del Flamencólogo José Blas Vega se prestará para la acogida de un público deseoso de disfrutar del flamenco de calidad, en una cita ya obligada y suficientemente reconocida. Será hoy sábado a las diez y media de la noche. No ha sido fácil sacar a flote esta edición. Solo la perseverancia de Ana Mulas, desde el Ayuntamiento, Santiago García, desde la Peña, y la siempre bienvenida colaboración de la Fundación Caja Rural, el Estudio de Paco Somoza, además de los apoyos sumados para la ocasión por parte del Grupo INEC y «La Opinión-El Correo de Zamora», la han hecho posible. Eso sí, manteniendo el alto nivel artístico al que ya nos tiene acostumbrado Morales del Vino.

Con la presentación del siempre perspicaz Juanjo Seguín, varios son los atractivos artísticos a tener en cuenta. Empezaré por la maestría del jerezano Manuel Simón, al que en diversos medios lo he señalado como cantaor atípico desde el punto de vista de su procedencia. Es un cantaor completo y su presencia en este Festival se debe a que va a deleitarnos con palos nada frecuentes sobre los escenarios de estas magnas convocatorias jondas. Oiremos con casi total probabilidad el polo, sevillanas flamencas, cabales, puede que romera y mirabrás, y seguro, uno de los cantes de más dificultad interpretativa -la rosa- perteneciente a la familia de las cantiñas, con letra alusiva al gran drama de la inmigración africana: El paraíso vienen buscando / y en El Estrecho se van quedando». Cantiña que da título a su último disco. Le acompañará quien mejor lo conoce y sabe sacar del bueno de Manuel lo más preciado de su cante, Pascual de Lorca. Pedro Cintas deberá ser la auténtica revelación de esta velada. Con una voz auténticamente privilegiada, plena de matices sonoros y alardes técnicos. Para los que lo conocemos, no hay duda que va a colmar las expectativas del entendido público que se da cita en Morales. A fecha de hoy es uno de los máximos exponentes del Mairenismo musical. El pacense ha estudiado a fondo la obra del insigne Antonio Mairena, al que sigue con auténtica solvencia, lo que no quita para que la interprete con sello propio. Las facultades cantaoras, unidas al conocimiento de las fuentes más sólidas, además de su madura juventud -mañana mismo cumplirá treinta y seis años- lo convierten en uno de los valores más seguros del flamenco actual. A todo lo dicho hay que añadir, que la de hoy, es la primera ocasión en la que el maestro Pascual de Lorca le tocará sobre un escenario.

Julián Estrada es la estrella mediática de este Festival. De sobra conocido y respetado por el público zamorano, triunfador indiscutible en el Festival de San Pedro del pasado año. Es un cantaor largo, de voz natural y excelentes registros sonoros, con un profundo conocimiento del cante basado en el estudio, además de presentar una impecable puesta en escena y una personalísima forma de decir los cantes. Todo ello unido a su natural bonhomía explican el evidente seguimiento de los aficionados flamencos allí por donde el pontanés imparta su magisterio. Lo acompañará su habitual y seguro tocaor, Jesús Zarrías.

Raquela Ortega, La Raquela, es un torbellino de movimientos precisos y acompasados sobre el escenario. Puro nervio y ritmo. Estrella incuestionable de los tablaos madrileños, nunca le falta trabajo ni en la capital ni fuera, aunque ella prefiera los aplausos y vítores de Madrid. Nos hemos deleitado con sus flamencas formas a compás en otras ocasiones y en este mismo e incomparable marco. Pero en esta ocasión, La Raquela viene muy bien acompañada con uno de los cantaores para baile más demandados, Juañares de Jerez además de la sonanta de Jesús Heredia.