En un cazo con fondo grueso se pone el agua con el azúcar y un poco de ralladura de limón, dejando que cueza a fuego suave hasta que se forme un almíbar a punto de hebra fuerte.
Entonces se le añade la almendra, se baja el fuego al mínimo y, sin dejar de remover, se deja unos minutos.
Seguidamente se separa del fuego, se mueve unos momentos enérgicamente y se deja enfriar.
Cuando la masa del mazapán esté fría se trabaja un poco con las manos.
Luego, sobre una superficie enharinada con la harina de arroz, se alisa con el rodillo hasta dejarlo de un grosor de medio centímetro, más o menos.
Se cortan cuadrados de 6 ó 7 centímetros de lado y se vuelven para que quede encima la cara inferior.
A continuación se mojan los cuadrados con un poco de agua en un extremo y se enrollan sobre un palo de unos dos centímetros de diámetro para conseguir formar canutillos, montando el borde sobre la parte que se mojó con agua muy ligeramente.