El Grupo Vivir ha iniciado ya la preparación de su segundo proyecto para buscar el ascenso con el Zamora CF y lo hará sin realizar grandes cambios en su organigrama. Para un grupo directivo recién llegado, acumular experiencia es fundamental y sobre todo, después de comprobar en la temporada finalizada que han sido varios los errores cometidos y que conseguir un ascenso no siempre es solo cuestión de inversiones económicas. Los próximos meses estarán centrados en la imprescindible tarea de convertir el club en sociedad anónima deportiva, un proceso que está siendo más largo de lo esperado, pero los pasos necesarios se están dando con seguridad. La conversión permitirá afrontar con mayor eficacia algunas cuestiones que parecen fundamentales para el futuro del club, como puede ser el convenio a firmar con el Ayuntamiento en el que se incluirá el espinoso tema del Ruta de la Plata que parece haberse complicado tras la polémica suscitada en plena campaña electoral.

El balance del funcionamiento interno del club durante esta primera campaña vinculado al Grupo Vivir ha sido muy positivo. Ha sido impecable la gestión de marketing y comunicación, a la altura del fútbol profesional. También hay que reconocer la gran labor realizada para recuperar el apoyo de la afición, un apoyo que estaba bajo mínimos cuando llegaron los nuevos propietarios. El número de socios, superior a los 2.000 supone regresar a las épocas doradas de Segunda B, y el apoyo durante el play off no resiste ninguna comparación con cualquier otro jugado en Tercera por el equipo rojiblanco.

Estas son políticas acertadas que el Zamora mantendrá en esta segunda temporada que ya se ha iniciado, pero hay otros campos en los que es necesario mejorar mucho y uno de ellos es el de la cantera, el de la Escuela de Fútbol que prometieron los nuevos propietarios ya antes de hacerse con las riendas del club, y que por el momento, no han sido capaces de encauzar. Es necesario darle un importante impulso al trabajo con las categorías inferiores y mejorar enormemente las vías de comunicación con el resto de los clubes de la provincia que, en su mayoría, siguen trabajando a espaldas de la entidad rojiblanca.

Pero al final, lo que la afición quiere es que el Zamora CF gane y que ascienda de categoría. Para ello, los propietarios han optado por mantener la confianza tanto en el anterior secretario técnico, César Villafañe, como en el entrenador, David Movilla. El plano deportivo siempre es el más complicado de planificar porque no siempre los resultados responden a la lógica. La primera cuestión a clarificar será la inversión que el Grupo Vivir está dispuesto a realizar para luchar por ese ansiado ascenso. Una de las conclusiones a las que se ha llegado tras el play off es que el equipo rojiblanco no era tan potente como se había pensado tras proclamarse campeón del Grupo VIII de Tercera División. Ya quedó patente durante la Liga que los de Movilla ganaban con facilidad a la mayoría de los rivales, pero esa superioridad no estaba tan clara en cuanto el enemigo era uno de los conjuntos que luchaban por los puestos de play off. Y en la fase de ascenso, el Zamora nunca demostró ser superior ni al Haro, que incluso pudo ganar en el Ruta de la Plata, ni a un Alcobendas que no le dio ninguna opción. Será pues necesario valorar si se debe invertir más en la próxima plantilla y, sobre todo, sacar rendimiento a los dineros que se destinen a esta área con una acertada política salarial.

La plantilla que diseñó Villafañe para el primer proyecto de ascenso, en líneas generales, parecía bastante compensada y a nadie se le ocurrió cuestionar su capacidad para luchar por el ascenso, aunque hubo algún patinazo que habrá que intentar que no se repita en el futuro como fue la cobertura del puesto de lateral derecho, un verdadero tormento durante toda la campaña en la que el equipo no dispuso de ningún jugador específico para este demarcación por la que fueron pasando varios jugadores reconvertidos.

También habría que conseguir que todos los miembros de la plantilla estuvieran capacitados para dar un rendimiento digno en esta categoría y en este club en concreto. Parece un lujo que dos o tres jugadores prácticamente no hayan contado para el técnico en la temporada que ya finalizó.

No ha dado malos resultados la política de recuperación de jugadores zamoranos que se puso en práctica ya que, salvo en el caso de Javi Rodríguez que los problemas físicos no le permitieron rendir al nivel que él puede dar, el resto de los zamoranos estuvieron por encima de la media del equipo, incluso el canterano Raúl Alvarez que ha sido el gran descubrimiento de la temporada. Hay todavía jugadores de la tierra que pueden aportar mucho al Zamora y que seguro que sentirán los colores muchos más que cualquier otro que llegue de fuera. Por el momento, Jesús Garretas ha renovado ya con el Ávila, pero Jorge Hernández ha causado baja en Unionistas y seguro que escuchará la propuesta que pueda realizarle Villafañe.

Tras las bajas que ha decidido ya el club, quedan largas semanas de negociación para saber si los jugadores con los que se quiere seguir contando van a aceptar o no renovar. Y respecto a las incorporaciones, el Zamora dispone de un buen presupuesto y de un prestigio que valorarán los jugadores que pretenda fichar. Ahora lo que hace falta es acertar.

En cuanto a la renovación de David Movilla, siempre es necesario dar continuidad a los proyectos deportivos que inicia una entidad. Y con el técnico vasco se ha pretendido marcar un nuevo camino que tiene como meta el ascenso de categoría. Tras la experiencia con Carlos Tornadijo en la temporada pasada, ahora la directiva rojiblanca parece mantener la calma y está dispuesta a realizar una segunda apuesta por el entrenador que llevó al equipo al play off en el primer puesto, un reto que era más complicado de lo que algunos pudieran pensar.

Movilla ha impuesto un estilo muy particular de llevar a la plantilla, basado en una importante dedicación a las terapias de grupo que a veces parecen ser más importantes incluso que el trabajo en el campo o en el gimnasio. Movilla ha acostumbrado a sus hombres a sus largas charlas que incluso difunde el club en las redes sociales, ha convertido el vestuario en una especie de santuario, de sala capitular, en la que conviven dos docenas de jugadores durante toda la temporada con una dinámica que marca el propio entrenador. Esas técnicas casi jesuíticas parecen haber dado resultado, al menos en cuanto a la coherencia interna del grupo, pero habría que preguntarse si el Haro o el Alcobendas necesitaron de todo eso para seguir vivos en el play off. Cualquiera se planteará si es tan importante que cada jugador tenga personalizado con su propia fotografía el puesto que ocupa en el vestuario, si para marcar más goles es beneficioso ir todos juntos al cine, o si debe el técnico controlar hasta cuándo se puede celebrar algo y cuándo no.

En todo caso, la suerte para el nuevo proyecto de ascenso está echada, y las bases son las que son. Sobre ellas habrá de asentarse el nuevo proyecto con el que de nuevo se volcará la afición zamorana que ha vuelto, esperemos que para quedarse.