El Zamora CF quedó eliminado ayer en una nueva fase de ascenso a Segunda B tras un partido en el que pudo toda la carne en el asador pero en el que quedó patente que este equipo fue superado claramente tanto por el Haro como por el Alcobendas. No hay que buscar culpables cuando todavía está caliente el cadáver de una plantilla que llegó a ilusionar enormemente, como nunca había ocurrido en Tercera, a una afición que nunca falla en estas ocasiones y que ayer batió todos los récords en un partido de Tercera División con siete mil personas encerradas en el Ruta de la Plata dispuesta a empujar a un equipo que lo necesitaba como había quedado patente en el partido de ida que terminó con un 2-0 que resultó definitivo. Porque la afición puede convertirse en el duodécimo jugador, pero no marca goles y ayer, por tercera vez en la fase de ascenso, el Zamora se quedó sin marcar y sin goles, es imposible cualquier objetivo que se pueda marcar un equipo de fútbol.

No es el momento de reprochar nada a un equipo que, salvo en Haro, estuvo más o menos donde tenía que estar y ayer puso todo de su parte. David Movilla quemó sus naves desde el comienzo del partido poniendo sobre el cesped, ahora sí, natural, del Ruta de la Plata a cuatro delanteros, a los que sumó alguno más con el transcurso de los cambios; esta vez la defensa logró la eficacia que había motrado durante la temporada regular; y los jugadores pusieron todo de su parte para lograr el milagro de la remontada.

Pero pronto se comprobó que el Alcobendas no lo iba a poner fácil y si en San Sebastián de los Reyes se mostró como un equipo enormemente ofensivo pese a renunciar a la posesión del balón, ayer fue un rival muy sólido atrás y bien sustentado en la confianza que le daban los dos goles que traía de ventaja.

Tuvo muy claro desde los primeros minutos el Zamora cómo tenía que afrontar el partido, y lo demostró apropiándose sin complejos del balón aún a sabiendas del peligro que su rival lleva en el juego al contragolpe. Tampoco dudaban los rojiblancos en emplear la dureza para imponerse.

Una de las posibles claves del encuentro estaba en lograr secar al interior derecho Sergio Arribas que en San Sebastián de los Reyes había vuelto locos tanto a Chete como a Coque o a Garban. Movilla decidió esta vez que iba a ser Raúl Alvarez el encargado de realizar esa función y en los primeros minutos cumplió bien el canterano con su delicada misión aunque luego, el atacante madrileño decidió, como ha había hecho una semana antes cambiarse de banda, una decisión que tampoco le permitió volver a ser el generador incansable de peligro sobre la portería de Jon Villanueva.

El Zamora CF fue con todo a por la remontada

Además, esta vez sí, David Movilla había decidido quemar sus naves de salida colocando hasta cuatro delanteros: Murci, Sergio, David Alvarez y Dani Hernández. Y en defensa, se mantenía la línea de cuatro hombres, con la inclusión esta vez del canterano Raúl Alvarez en el maldito puesto de lateral derecho pese a ser zurdo. Y Movilla acertó en todo porque tampoco tenía muchas más opciones en una plantilla que tal vez no era tan "sobrada" como nos habíamos creido todos.

El Zamora realizaba el habitual juego variado de ataque que suele mostrar en los partidos en casa, sin desdeñar las jugadas de construcción, ni las de balón parado, ni tampoco el juego directo buscando de forma machacona la cabeza de Murci.

El público que casi llenó el Estadio premiaba el buen juego del equipo y contribuía metiendo mucha presión tanto al rival como al árbitro.

Pero estaba claro que no podían despistarse lo más mínimo los zamoranos y se lo recordaba Gonzalo aprovechando un fallo defensivo para disparar desde la frontal a la escuadra y el balón se desviaba ligeramente.

El Zamora replicaba y David Alvarez lo intentaba también desde la media luna pero su golpeo con el exterior se fue muy desviado. Lo mismo que Sergio García segundos después y tampoco encontraba puerta el balón.

Alcobendas era un equipo muy distinto al del partido de ida, sin recursos ofensivos y tampoco en defensa mostraba una gran solidez como quedó patente cuando Sergio García le cogía la espalda a su marcador y se quedaba solo ante Toni Lechuga pero cruzaba demasiado su tiro al que tampoco llegó Murci.

El marcador seguía sin moverse pero el Zamora mantuvo un altísimo nivel tras el descanso y en la primera acción de la segunda parte Sergio García volvió a tener la suya, se escapó y, solo de nuevo ante Lechuga, disparaba ligeramente alto.

Una vez más, los rojiblancos perdonaban frente a un enemigo que se encontraba cómodo con la ventaja que conservaba de Matapiñonera. Seguía buscando el gol el Zamora y ahora era Carlos Ramos el que disparaba y Lechuga detenía en dos tiempos.

El desgaste físico comenzaba a notarse y ambos entrenadores decidieron mover al unísono sus banquillos, pero casi nada cambió porque el Zamora siguió teniendo la posesión y el Alcobendas ya no tenía claridad para leer el contraataque. De todas formas, la mejor jugada del tramo final fueron dos llegadas de Maganto que desbarató Jon Villanueva.

El Zamora ya no tenía fuerzas y tan solo pudo intentarlo con sendos tiros desde lejos de Javi Rodríguez y Dani que detuvo el portero del Alcobendas.

Todavía hubo tiempo para que Jon Villanueva repitiese un milagro más parándole un penalti a Maganto y un "uno contra uno a Kang".

Los últimos minutos fueron un "querer y no poder" del Zamora que invirtió sus últimas fuerzas en enviar balones al área para intentar coger algún remate que no llegó y la temporada del renacimiento finalizó sin pena ni gloria.