Supongo que, para un futbolero puro, ver un Mundial de fútbol es como pasear en Vespa por Roma, como hace Nanni Moretti en la primera parte de la maravillosa "Caro diario". Un paseo por selecciones, sistemas de juego, futbolistas muy conocidos, futbolistas desconocidos, partidos decepcionantes, partidos hermosos y, en fin, un campeonato que agrupa en un mes todo lo bueno y lo malo del fútbol. Como Moretti en su paseo romano, el futbolero se encontrará con canciones de Leonard Cohen (Islandia) y de Juan Luis Guerra (Brasil), barrios como Garbatella (Uruguay), pasteleros trotskistas inventados (Francia), el recuerdo de Pasolini (Italia, claro, que no estará en Rusia) y la aparición por sorpresa de Jennifer Beals (¿Argentina?). Pero un futbolero puro es tan difícil de encontrar (quizá más) como un motorista obsesionado con recorrer Roma en Vespa en busca de edificios, personas y respuestas. En todo caso, habría que buscar futboleros puros entre aquellos aficionados que son absolutamente neutrales y objetivos y que, por supuesto, no están pendientes de la selección de su país ni presos de la tradición futbolera que hace que todos miremos a Brasil de un manera y a Arabia Saudita de otra. ¿Usted es un futbolero puro? Lo sabía. Yo tampoco.

Quiero que gane España, pero no me importaría que el Mundial de Rusia fuera el primer Mundial que gana una selección africana. Me cae bien Argentina, pero me he rendido incondicionalmente a Salah y, por tanto, a la selección egipcia. Australia me inspira tanta curiosidad como la que siento por los representantes australianos en el Festival de Eurovisión, pero me encantan los futbolistas islandeses. Paso completamente de selecciones como Rusia o Serbia, que no me dicen nada porque, entre otras cosas, creo que son mudas; pero también pasaba de Suiza, y ahora me parece una selección más interesante que un reloj de cuco. Brasil siempre es Brasil y Alemania es Alemania, pero ahora también pienso que Japón es Japón. En fin, un magnífico lío. Como los aficionados españoles somos incorregibles en nuestro optimismo-pesimismo radical, hace unas semanas nos creíamos los mejores y ya nos veíamos en la final del Mundial merendándonos a quien sea? y ahora, después de un par de partidos amistosos tan decepcionantes como la segunda temporada de "True Detective" y de la saga/fuga de Lopetegui, dudamos de todo y andamos por ahí tan cabizbajos como Hamlet y con el gesto tan torcido como Victor Mature en "Sansón y Dalila". Ahora, sí, ahora los monstruos del Mundial ya no son los brasileños, ni los alemanes, ni los ingleses, sino los portugueses y los marroquíes. Justo dos equipos del grupo de España. Vaya por Dios. Irán no cuenta, de momento, pero esperen a que llegue el partido España-Irán.

George A. Romero, el director de la fundamental película "La noche de los muertos vivientes", decía que siempre ha sentido que el verdadero horror está en la puerta de al lado, y que los monstruos más terroríficos son nuestros vecinos. Pues eso es exactamente lo que está ocurriendo. El horror para España no está en enfrentarse en una final del Mundial al Brasil de Neymar o a la Argentina de Messi, sino en vérselas a las primeras de cambio con el Portugal de Ronaldo o el Marruecos de no sabemos muy bien quién, pero que ahora nos da mieditis. El horror está en nuestros vecinos de grupo, como sospechaba George A. Romero, que son también nuestros vecinos geográficos. Brasil, Argentina, Alemania y bla, bla, bla están muy lejos. El peligro lo tenemos aquí al lado, en nuestro grupo, a las puertas de nuestra casa. Romero decía también que los zombis son monstruos de clase obrera. Genial. Creo que podemos decir también que las selecciones de Portugal y de Marruecos son para la selección española monstruos futbolísticos de clase obrera. Por eso nos dan tanto miedo. Porque sabemos cómo acabar con ellos, pero también sabemos que son muy pesados y no tienen miedo a morir porque, ya se sabe, un zombi ya está muerto pero, si le dejan, se planta en la siguiente ronda del Mundial.

Tiene que ser bonito pasear en Vespa entre zombis, ¿no?