Carolina Marín conquistó en Huelva y en el Palacio de Deportes que lleva su nombre su cuarto título europeo al derrotar en la final a la rusa Evgeniya Kosetskaya por 21-15 y 21-7 en 35 minutos, victoria que le convierte en más leyenda de lo que era.

La onubense hizo historia al superar los tres títulos consecutivos que logró la danesa Martin (1996, 1998 y 2000) y cumplió su sueño de jugar y ganar un gran campeonato en su tierra y ante su gente, que llenó por completo el recinto.

Ser profeta en su tierra tiene un valor y una dificultad incalculable y Marín lo consiguió para encadenar su cuarto oro europeo consecutivo tras los de 2014, 2016 y 2017.

En un ambiente de excepción, con el público animando a su heroína, se inició la final. Y al contrario que los nervios iniciales de rondas anteriores, en lo que tuvo el brazo encogido, Carolina salió muy enchufada, lista para reinar desde el primer punto. Con un 4-1 inicial alimentó la ilusión colectiva y las ganas de disfrutar de un momento único.

Ese efecto pareció disiparse un poco y se demostró que tocaba seguir remando porque la rusa se acercó 4-3 por fallos de la onubense en el remate. Parecía como si la campeona española quisiera ir más rápido de lo debido en la conquista de cada punto y de nuevo la guerra estaba en encontrar la calma y desplegar su plan de juego. Volvió a él y respiró con un 10-5 antes de irse 11-7 al descanso.

Después fue la rusa la que erró repetidamente en la red y cuando mejor estuvo en ese intercambio próximo, Carolina sacó un golpe largo espectacular que cayó junto a la línea de fondo (16-10). Con alternancias de aciertos y errores se llegó al 19-15 y en ese punto un remate suspensión y un fallo de su rival le sirvieron el primer set por 21-15 en 18 minutos.

La continuación del duelo tuvo a una Carolina que fue madurando más los puntos hasta arrinconar a Kosetskaya. Minimizó sus errores, ajustó sus golpes ganadores y con un 7-1 puso tierra de por medio con seguridad.

Las palmas por Huelva certificaban la consolidación de su autoritario juego en la final, en la que desplegó un repertorio de golpes a cada cuál más espectacular para con un 11-4 en el intermedio, permitir a la grada disfrutar de la consecución de un título que solo podía escaparse si ella lo permitía.

Con el grito de "Carolina Carolina" resonando en el pabellón, el final del partido llegó para desbordar la emoción en Marínante un público entregado que festejó el título de la leyenda española en su casa como propio.