Durante año y medio, todo le salió redondo a Zinedine Zidane al frente del Madrid. Coleccionó victorias, records y títulos, además de la admiración generalizada. Ahora que pasa su peor momento, Zidane acepta el reto. "Quiero mostrar que puedo ser buen técnico en la dificultad", declaró a la prestigiosa revista "France Football", la misma que concede el "Balón de Oro", que le ha distinguido como mejor entrenador francés de 2017. Con la Liga prácticamente perdida, el Madrid de Zidane fía toda su temporada a un nuevo éxito en la Copa de Europa. Hasta la Supercopa de España, todo le fue rodado a Zidane. Arriesgó en el primer partido de aquella final frente al Barça ordenando un marcaje individual de Kovacic sobre Messi y le salió bien. Cuatro meses después repitió en el partido de Liga del Bernabéu y, a la vista de la derrota y de la jugada del 0-1, los mismos que elogiaron su audacia en el Camp Nou le señalaron por el 0-3 del Bernabéu. Él lo asumió con naturalidad nada más acabar el partido. "Sé que me van a meter hostias", dijo.

La titularidad de Benzema o las pocas oportunidades a jugadores que parecían abanderar el fturo del equipo, como Marco Asensio o Dani Ceballos, también sirven para cargar contra Zidane. A todo ello se ha unido el desencuentro con los dirigentes del club a cuenta del fichaje de Kepa, guardameta del Athletic. "No necesito un portero ahora", dijo Zidane a las pocas horas de que se supiese que Kepa había pasado el reconocimiento médico por el Madrid.

La postura de Zidane sobre Kepa tiene que ver con una de sus fortalezas, el respaldo del vestuario. Por contraste con Rafa Benítez, Zidane contó desde el primer momento con la admiración de las estrellas del Madrid por su leyenda como futbolista. Y mantiene buena parte del crédito por la defensa que hace de jugadores cuestionados, como Keylor Navas. Pese a los malos resultados, en Vigo contó con los habituales, salvo el sancionado Carvajal y los lesionados Sergio Ramos y Benzema.

Un observador privilegiado del madridismo, Jorge Valdano, apuntaba el domingo en la misma línea que el propio entrenador: "Zidane llegó para corregir a Benítez y ahora tiene que corregirse a sí mismo". El técnico francés no quiere escudarse en su prestigio como jugador: "Ese Zidane ya no existe. No estoy protegido por lo que he hecho como jugador en este club. (...). Sé que un día esto se acabará en el Real Madrid, así que aprovecho y pongo todos los medios para tener éxito. Sé que no me quedaré diez años".

Mientras tanto, Zidane alimenta su fama de hombre tranquilo. Lo explica en "France Football" muy gráficamente: "Las presiones externas no me afectan. Me he puesto un escudo, nada puede molestarme. Soy responsable de muchas cosas. Pero cuando llego a casa, corto, desconecto. Sé que muchos entrenadores nunca pueden dejar el trabajo, yo tengo esa habilidad. Me voy a casa y me junto con mi esposa o con mis hijos o voy a ver un espectáculo o salgo a cenar. Me aislo porque es esencial. Sé protegerme".