El Zamora B cayó derrotado en su desplazamiento a tierras salmantinas por 2-1 y se aleja de la primera plaza de grupo. El filial rojiblanco comenzó adelantándose en el marcador con un gol de Manu, pero tras el descanso el Peñaranda revirtió la dinámica del partido y acabó dándole la vuelta al marcador.

Los cachorros del Zamora cuajaron una primera parte extraordinaria. Llevaron la voz cantante en todo momento, pero carecieron de la pegada necesaria para marcar diferencias importantes. El equipo rojiblanco se adueñó del balón desde el pitido inicial del partido hasta el tiempo de asueto, pero a partir de tres cuartos de campo careció de la sangre fría necesaria para desarbolar el trabajado esquema defensivo que propuso ayer el Peñaranda. El conjunto salmantino llegaba necesitadísimo al envite y no concedió un solo regalo al Zamora B. En el único despiste que tuvo la zaga local en toda la primera parte llegó el primer gol del partido. Manu cogió la espalda a la retaguardia charra y superó al portero del Peñaranda, Guille, con un sutil toque elevando el balón por encima del meta. Con el 0-1 se llegó al final del primer acto. Hasta esos momentos el Peñaranda apenas había ofrecido señales de vida en ataque, pero todo lo que no hizo en los primeros 45 minutos de juego lo iba a hacer tras el paso por vestuarios.

En la reanudación, el Peñaranda mudó su piel a la de un equipo mucho más agresivo y aumentó su intensidad en el juego hasta límites insospechados. Fue esa intensidad lo que le permitió volver a meterse en el partido. También ayudó el gol de Alberto, que llegó mediado el segundo acto. El delantero anduvo más listo que la bisoña zaga del Zamora B en una falta lateral y estableció el empate.

A falta de cinco minutos para la conclusión llegó el, a la postre, tanto de la victoria local. Por aquel entonces el Zamora B ya estaba volcado sobre la portería de Guille, pero el Peñaranda montó una contra tras un error en la entrega y sacó los colores al equipo rojiblanco. Alberto, el que había sido autor del primer gol charro, se encargó de ejecutar a los rojibancos, que en el último suspiro del encuentro estrellaron un balón a la madera que, al menos, habría servido para arañar un punto de su desplazamiento a Salamanca.