Pobladura de Aliste se suma a los pueblos de La Raya donde alguno de sus vecinos supera ya la mágica barrera de los cien años.

Andrés Vaquero Lorenzo nació el 8 de diciembre de 1921 en la casa familiar del “Corralón de la Presa”. “Según mi madre a las 4 de la mañana vine al mundo. Porque entonces relojes no había y decía mi madre que ya habían cantado los gallos dos veces” recuerda el centenario alistano demostrando qué viva mantiene su memoria.

Tras la misa de la Inmaculada, Andrés recibió el homenaje de su pueblo con un ramo de flores y una placa entregados en nombre de todos los vecinos por el alcalde Ignacio Vara Lorenzo.

Tras una infancia compartida de escuela y zagal por cumbres y riberas alistanas, su primer oficio, como el de muchos alistanos de la época, fue, con sólo 12 años. Él de pastor. La contrata de pastores se hacía en Aliste de San Pedro a San Pedro y así salía el 29 de junio de 1934 para Villardeciervos con su primer trato (rubricado con un apretón de manos) donde estuvo tres años: “ganaba veinte duros cada año y no me subieron nunca la soldada”.

Luego continuó en Quintanilha cinco años: era muy querido. Después vino y fue para Valparaíso. “¿De pastor? Qué crees que yo era maestro”. Estuvo un año de pastor y otro de criado: “Me quería mucho. Me dijo bien de veces que si me casaba allí en Valparaíso me dejaba la mitad del capital. Porque él era soltero, no tenía familia, solo dos sobrinos. Y si tuve una novia. Se llamaba Josefina y fue la que me enseñó a bailar, pero después se casó con uno de Villardeciervos”. “Me libré de ir a la Guerra Civil por los pelos”, solo tenía 15 años, pero no de la mili que hizo ya terminada la contienda durante 46 meses en Zamora, para licenciarse en Roncesvalles, sobreviviendo con su enamorada en la mente: “A mí la verdad las mozas me querían porque bailaba muy bien”.

La familia

El 14 de junio de 1952 es una de las fechas grabadas en su corazón y en su memoria pues en esa fecha daba el “Sí quiero” a su novia alistana María Sanabria Sanabria en la iglesia de la Virgen de la Asunción. Un matrimonio feliz el de Andrés y María que dio como fruto tres hijos, el primero Esteban el 19 de septiembre del 1953, Luis en 1958 y Angelines en el 1961. Hasta completarse con seis nietos, Marta, Javi, David, Marina, Samuel y Álvaro y tres bisnietos Alejandro. Adrián y Mateo.

“Entonces nosotros no teníamos casi nada, bueno ella tenía un poco más de capital, pero yo no porque la casa de mi madre era la más pobre que había en el pueblo antaño”. Tras formar su familia fue el tiempo que más estuvo en Pobladura. Luego por necesidad y obligación se convirtió en un alistano errante.

“La historia mía es muy larga, resulta que nos casamos y como en casa de mi suegra no había familia, hombres, pues fui yo para allí. De casa de mi madre me había tocado una vaca y la lleve para allí claro, pues yendo yo habría que llevar la vaca y después Francisca le echaba de comer a las de mi suegra y a la nuestra no y entonces María se lo localizó, pues no le vas a echar, yo me pongo aparte, haz lo que quieras con ellas”.

En casa de su suegra había un carro, pero claro, había que dejarlo allí. Por aquel entonces vinieron a buscar gente para trabajar en Huesca y le propuso a María ir allí y “así ya compramos el carro”. Ella me decía no, “se busca. Claro se busca, pero hay que devolverlo”. Cuatro meses, en Huesca ahorrando 3.000 pesetas cada mes. A los cuatro meses volvió a casa con 12.000 pesetas y nada más llegar a casa y unieron las vacas y fueron por el carro a casa en ti Antonio que se lo había hecho allí en su taller.

De pastor alistano a “amo” en Frankfurt Chany Sebastián

Emigración

También fue obrero en el Salto de Villalcampo. En una ocasión fueron a Carbajosa al baile: “No era música de gaita, dulzaina o tamboril, eran unas mujeres allí cantando y tocando una lata. Entonces no era como ahora que ya no se saca nadie a bailar. Había que sacar las mozas el que quería bailar con ellas y yo fui a sacar a una y no me quiso salir. Que después no sabéis bailar y me dejas sola, que a mí me da mucha vergüenza. Pues no hubo manera de que me bailara. Se lo dije a otra y a puro de pelear con ella acepto. Bailaba bien no se puede decir que no. Me líe a bailar y todo el pueblo alrededor de nosotros por lo bien que bailábamos. Después me decían los que fueron conmigo eres un artista”.

“Nosotros teníamos cuatro duros y fuimos ahorrando, pero se hizo la casa y no nos quedó nada, era cuando fue uno de celestino para Alemania. Decían que mandaba mil duros cada mes. Entonces mil duros era una exageración. Le dije a María porque no voy para Alemania un año que gano 20.000 duros y ya después andamos libres de eso y no tenemos que andar pidiendo. Un día venía Jesús y no le tenía para pagar. Así había que andar siempre. Ella no quería y dije es igual. Fui.”.

El 1 de febrero de 1966 salió camino de Frankfurt y allí estuvo hasta1985: “Fui para un año y estuve 20”

Así, con 45 años tomó una de las decisiones más importantes de su vida: emigrar a Alemania. El 1 de febrero de 1966 salió camino de Frankfurt y allí estuvo hasta1985. Tras pasar las vacaciones pendientes en Aliste regreso el 1 de abril a Alemania a liquidar todo: “Fui para un año y estuve 20”.

El Alemania, reconoce “caí de pie” y entro a trabajar en el sector ferroviario: departamento de autobuses donde había una gasolinera y los alemanes no querían hacer horas extraordinarias. Los españoles si: “No sé porque me verían un poquitín más tonto o un poquitín más listo me dijeron que si quería ir y yo porque no voy a ir”. Le enseñaron a conducir para cuando dejaban un coche en la gasolinera coger echarle gasolina y llevarlo para el taller, para el aparcamiento garaje o donde fuera. Cuatro semanas de clases: solo le hicieron falta la mitad, “a las dos aprendí y después allí casi era yo el amo. El jefe”.

Andrés apagó la vela del centenario, goza de buena salud, conserva memoria y movilidad: “Estoy casi como un mozo”

Muchos días llegaba a casa y sonaba el teléfono, al relevo se le puso la madre mala, el niño se cayó u otra cosa: “En navidades y fiestas siempre tenía que trabajar dos jornales y le tenían muy bien mirado. Mande muchísimo dinero, algunos meses 400.000 pesetas. Nací en la casa más pobre el pueblo y mira lo que hay aquí. Muchos vendieron alguna cortina para hacer la casa, yo no vendí ninguna, yo las compré”. De Alemania traía en cada viaje una maleta llena de pañuelos merinos que revendía en Pobladura: “hice mucho dinero”.

Ya en España llegó el momento de rehacer la vida. Andrés y María estuvieron 10 días en casa de Ramón Mata en Madrid para comprar una pensión. “Ya nos la tenía encargada Ramón. La suya estaba a la derecha y la nuestra a la izquierda. Pero María dijo que no, que a ella le comprara unas cabras. Dijo Ramón que si tenía el dinero que porque no se lo dejaba y la compraba él y después me lo devolvía. Pues nada yo llevaba el dinero en el bolso para comprarla para mi y se lo deje para comprarla el”. Regresaron al pueblo y cumplió el deseo de su amada María: “Fui al banco saque dinero y le compre las cabras”.

Andrés apagó la vela del centenario, goza de buena salud, conserva memoria y movilidad: “Estoy casi como un mozo”.