La apicultura está de moda, y Zamora no se ha hecho de rogar. Los censos de colmenas no paran de aumentar en la última década, y Castilla y León es un perfecto ejemplo de que la afición a las colmenas puede convertirse en una profesión a tiempo completo.

Este es el caso de Christian Mannu Rodríguez, apicultor afincado en Aliste que hace un par de años decidió ponerse el traje a jornada completa, una solución para “quedarse” y convertir de su hobby su profesión.

“Si se satura una zona, el resto de polinizadores pueden ser desplazados, y esto es dañino para el entorno”

Rodríguez no es un caso aislado. Las asociaciones de apicultores zamoranas ha visto crecer la afición por este peculiar ganado, y una auténtica comunidad desde Sanabria hasta la Guareña se hace más fuerte día a día.

Apicultura, de pasatiempo a oficio

Según el Ministerio de Agricultura a fecha de agosto de 2021, Castilla y León era la tercera comunidad autónoma con mayor censo de colmenas: hasta 447.835 en toda la región según datos oficiales. A pesar de la elevada cifra, aquí solo se ven reflejadas las colmenas de apicultores profesionales, que cada día en Zamora y en toda la región conviven con un mayor número de aficionados: y es que la apicultura engancha. Y más en Zamora, una zona “privilegiada”, según Rodríguez gracias al gran “patrimonio natural” de la provincia, gracias al que los polinizadores “no se desplazan unos a otros”, celebra Rodríguez. En los montes de Zamora hay flores para todos y las especialidades de la casa son el cantueso, la jara, el brezo, la encina, el castaño y la colza.

Apicultura, de pasatiempo a oficio

Cada día, más apicultores aficionados se profesionalizan. Según datos de la Consejería de Agricultura de Castilla y León la provincia de Zamora cuenta con 600 apicultores que suman en torno a 37.000 colmenas en las que se producen aproximadamente 500 toneladas de miel de las más de 4.000 que Castilla y León genera.

La miel supone una oportunidad de crear empleo rural en un sector al alza. Se calcula que el 22% de los apicultores de España son profesionales, una cifra por encima de la media en la Unión Europea, donde España es el segundo país con más colmenas, solo detrás de Alemania.

Apicultura, de pasatiempo a oficio

Este oficio requiere “dedicación”, confiesa Rodríguez, que aún se encuentra en plena expansión de sus colmenas. Actualmente cuenta con 320 pero su objetivo es superar las 400. En España se considera apicultor profesional al que disponga de más de 150 cajas, como se ven en la fotografía, con sus respectivos números de identificación y papeles sanitarios, una prueba del alto seguimiento y profesionalización de este sector.

La dirección es seguir creciendo, no solo en cantidad, sino el calidad. Como Rodríguez, son muchos los apicultores zamoranos que esperan la marca de calidad de miel de Zamora que la Diputación está desarrollando y que supondrá un apoyo para los productores locales, que no dejan de acumular premios y reconocimientos en catas y certámenes nacionales e internacionales.

Apicultura, de pasatiempo a oficio

Valor ecológico

El crecimiento constante en el sector viene acompañado, además, de un impacto positivo allí donde las colmenas permanecen o donde se desplazan, en caso de los apicultores trashumantes.

El auténtico valor de la apicultura reside en su importante contribución en el mantenimiento de los ecosistemas y la biodiversidad: los polinizadores son la base de la cadena de floración y producción agraria. En las últimas décadas la escasez de insectos polinizadores ha puesto de manifiesto la importancia de cuidar y potenciar a estos animales, un ganado que necesita de cuidados especiales. “Cada colmena es un mundo”, reconoce Rodríguez, quien selecciona los enjambres por características: los más fuertes y productores se encuentran en parajes diferentes a los más débiles o los que están preparando reinas para multiplicarse.

Jara, brezo, cantueso o encina, entre las mieles más especiales en Zamora

Esto es así porque “si se sobresatura de colmenas una zona, el resto de polinizadores pueden ser desplazados porque no hay comida para todos. Suelen estar especializados en una determinada flor, y si se van, ese cultivo quedaría sin cubrir si la abeja no fuera por otros motivos”, alerta Rodríguez sobre la importancia de medir el número de colmenas y respetar las distancias entre apicultores.

Apicultura, de pasatiempo a oficio

Estas pequeñas sociedades se rigen por calendarios que marcan las flores de la encina y el brezo y que sus apicultores siguen “al dedillo”. Un modelo de pequeños apicultores que rotan sus colmenas y cuidan –directa e indirectamente– del entorno rural.

“Cada lugar es diferente. Tienes que saber más de botánica que de abejas”, bromea el apicultor sobre su nuevo oficio, y cada día, el de más personas que han encontrado en la soledad del monte y la abundancia de maleza un motivo para regresar y prosperar.

Apicultura, de pasatiempo a oficio

La miel, el oro líquido del campo

Para que una miel sea verdaderamente miel debe rondar entre los ocho y doce euros el kilo, aseguran desde las asociaciones profesionales sobre los precios que el consumidor puede esperarse encontrar entre las estanterías de una gran superficie. Las mieles insospechadamente económicas pueden estar compuestas en su mayoría por siropes y azúcares, la prueba del algodón. Sobre la cristalización que puede aparecer en algunas mieles, los apicultores recuerdan que puede deberse a un proceso natural, por lo que no es necesario desconfiar, sobretodo en productos muy artesanales que no han pasado por altas temperaturas para su envasad