Aliste es una comarca fronteriza con la región lusa de Tras Os Montes y Alto Douro y ello ha traído consigo que durante siglos los alistanos, agricultores y ganaderos, hayan tenido en algunos productos propios de Portugal una parte imprescindible de sus vidas y de su historia como sus compañeros más fieles en la lucha por la supervivencia en casa y a campo abierto. A estas alturas en “la Raya” nadie pone en duda ya que para buenos y certeros cortes las “portuguesas” y para sabrosos y profundos sabores el “portugués”.

Dos productos lusos brillaron, brillan y siempre brillaran con luz propia en tierras alistanas: las navajas de Palaçoulo y Malhadas y el café torrefacto “Palmeira”, ambos han sido sus mas claros exponentes ganándose un prestigio que roza la excelencia tanto para los alistanos y trasmontanos que cita el refrán “Somos como primos y hermanos”.

Uno de los puntos de venta de los cuchillos lusos en Alcañices cierra tras 56 años de historia

Navajas y café han sido la compra obligada para los alistanos cada primavera en las romerías transfronterizas que tiene a su más histórico exponente en La Riberiña, en ella participada ya en 1297 la reina Santa Isabel de Portugal allá a la vera de Quintanilha, el río Manzanas y el Monte Pedroso; La Luz de Moveros (abril) y la Virgen de la Salud (julio) en Alcañices.

Unos preciados tesoros, objeto de deseo y a la vez alma y corazón del contrabando durante las dictaduras de Francisco Franco en España y Salazar en Portugal que llegaron a Aliste gracias contrabandistas como “La Carmiña” de Constantim a través de los montes hasta los límites geográficos alistanos con Tábara por Valer, Puercas y Vegalatrave. En cualquier casa alistana formaban y forman parte de ella el café Palmeira y la navajas Palaçoula, unas costumbres y unos gustos que han pasado de padres a hijos de abuelos a nietos.

La navaja portuguesa estaba siempre lista a buen recaudo en el bolsillo del pantalón del labrador y en la mochila del pastor, del vaquero, zagal o revecero, una compañera de viaje y aventura que lo mismo ayudaba para preparar y comer la merienda campestre cortando el pan, tocino y chorizo o preparar la “cayata”, amén de otras innumerables labores como, tras arrancarlas, quitar las raíces a los nabos de la nabizas, los rábanos y la remolacha: cortar “verdiascas” o ayudar en las tareas de la matanza.

Venta de navajas portuguesas en una tienda de Alcañices. | Chany Sebastián

Al emplear el acero no todas las navajas quedaban igual, por eso los alistanos tenían y tienen una manera de saber cuales son las mejores. Probarla con la uña de uno de sus dedos. Si el filo al simplemente rozarla deja marca es señal de que tiene un buen temple: es buena dicen. Los viajes a Portugal para los alistanos se limitaban a las romerías y por ello llegó el momento de comerciar lo portugués en España. Fue así como allá por 1958 Galo Galán García abría su comercio en Alcañices y ya desde el primer momento lo que más se vendían eran las navajas y el café. En aquellos tiempos era complicado viajar a Portugal por lo cual Alcañices era el lugar de compra de las navajas y el café.

Aquellas primeras navajas portuguesas provenían de Malhadas en el concelho de Miranda do Douro, que era la población mas cercana a la villa de Alcañices y su fábrica “era la más rumbosa” del nordeste trasmontano.

Ya estaba funcionando la fábrica de Palaçoulo, pero la falta de comunicaciones viarias con Aliste le hacían difícil un comercio cercano y no solamente para la venta de navajas, cuchillos u hoces, sino también en lo que respetaba a las barricas de roble que se fabricaban en dicha aldea. Había dos fabricantes de navajas Martins Palaçoulo y Manuel Antonio Martins, familiares pero rivales en lo que a la fabricación de navajas respectaba.

En 1965 cuando Galo Galán García en Alcañices comenzaba a vender las afamadas navajas de Manuel Antonio Martins y 45 años después lo siguió haciendo su hijo Miguel Ángel Galán Mezquita (nacido el 10 de noviembre de 1955), el cual se jubilará muy pronto, lo cual supondrá la pérdida de su punto de venta tras 56 años y uno de los comercios más emblemáticos de Alcañices. Las primeras navajas estaban hechas a mano, con acero templado, de manera artesanal, a golpe de martillo y yunque, calentadas al fuego de carbón vegetal de cepa de urz, por lo cual cada navaja era única, no había dos iguales. Los mangos los hacían también a mano con madera de urce (brezo) o de encina, ambas muy duras y resistentes: duraderas y de larga vida. En la actualidad las navajas se fabrican con acero inoxidable estampado y los mangos con madera de roble o haya vaporizada.

Una mujer compra café Palmeira, durante años objeto de contrabando. |

El artesano luso Manuel Antonio Martins falleció hace más de dos décadas y sobre él comenta Miguel Ángel Galán que “tenía unas manos enormes y duras a causa del trabajo en la fragua para moldear el acero y se decía que ni las navajas atravesaban la piel de palma de sus manos de lo dura que estaba”.

Antiguamente los modelos de navajas eran muy limitados, casi todos ellas de punta muy afilada. Se hizo una versión con un tenedor incorporado que se pensaba iba a desbancar a las clásicas pues facilitaría al agricultor y al pastor disponer de dos utensilios en uno sólo iba a ser toda una ventaja. Pues no fue así y el motivo no fue otro que los dientes del tenedor con el continuo roce terminaban por romperle los bolsillos al pantalón. “Era más el perjuicio que el beneficio y preferíamos la portuguesa tradicional y con ella hacer un pinchos a base de tenedor con un palo de jara que se muy dura” afirma un veterano pastor de 95 años.

El café Palmeira, el producto luso más consumido en Aliste desde los años del contrabando

La historia de las navajas portuguesas de se iniciaba allá por el 1870 en la aldea de Palaçoulo cuando el tatarabuelo de los hoy artesanos, –hijos de Manuel Antonio Martins, herrero de profesión–, demostró su habilidad para la fabricación de cuchillos y así fue como nació la afamada “Palaçoula” un modelo del que desde desde aquella época se calcula se han vendido ya mas de siete millones de unidades.

La realidad fue que durante un siglo, más concretamente a lo largo de 98 años, la fabricación no evolucionó, pero todo cambio con la llegada a Palaçoulo de la luz eléctrica en 1968.

Lo que se inicio como un mercado dirigido a la Región Norte de Portugal (Tras os Montes) y a las vecinas comarcas españolas de Aliste y Sayago en la provincia de Zamora, se ha extendido hoy a alrededor de 35 países de todo el mundo entre ellos algunos tan dispares y lejanos entre sí como Rusia, Dubai, Estados Unidos, Qatar, Alemania, Francia y todos los países de habla portuguesa como Brasil. Hace 55 años una navaja costaba 15 pesetas, hoy 1,70 y 2.10 euros de fabrica y entre 6 y 7 las de herrero.

La expansión vino incrementada también por la construcción ya en ese siglo XXI del Itinerario Complementario IC5 y la “Autopista Trasmontana” (A4) que rompió el aislamiento con la Meseta Mirandense. La mayor parte de los proveedores de las materias primas pertenecen a la zona de Oporto y además el puerto al océano Atlántico es un buen punto hacia la exportación cruzando los mares hacia América del Norte y Latinoamérica.