Carbajales celebra cada día 8 de septiembre la festividad de su patrona, Nuestra Señora la Virgen de Árboles. Tras siglos de historias y leyendas, devociones, milagros y rogativas, la crisis sanitaria global y la pandemia del coronavirus dejarán al pueblo sin su tradicional puchera de patatas con carne, sin espantos de toros y sin procesión romera por sus calles y plazas, algo que no recuerdan hubiera pasado antes ni los más viejos del lugar.

La “Virgen de Árboles”, que no procesionará el día 8, ni el día 9 de septiembre de 2020, sí lo hizo de manera excepcional el día 13 de octubre de 1918 (impetración), junto a San Roque, siendo sus mayordomos Francisco Pascual y José Rodríguez, para intentar librar a la villa de Carbajales de la mal llamada “gripe española” que estaba causando estragospor la comarca. Se recaudaron de limosnas 20 pesetas y 6 céntimos. Al final se celebro una segunda procesión de acción de gracias.

La cantidad de fallecidos en Carbajales fue la habitual en 1917, 28 fenecidos, pero subieron a 67 en 1918 y bajaron a 24 en 1919, lo cual demuestra que la villa albarina tampoco se libró del paso de la epidemia de gripe.

La villa tiene dedicada su iglesia parroquial a San Pedro Apóstol (29 de junio), sin embargo la patrona es la “Virgen de Árboles”, una de las llamadas en la raya hispano-lusa “Siete Hermanas de España y Portugal” junto a las alistanas Virgen de la Salud (Alcañices), La Soledad (Trabazos) y La Encarnación (Villalcampo) y las trasmontanas Virgen de la Luz (Constantim), La Riberinha (Quintanilha) y “El Nasso” (La Povoa). Ninguna de ellas ha podido celebrar este año sus multitudinarias romerías.

Cuenta la leyenda popular, pasada de padres a hijos, de abuelos a nietos, generación tras generación, que la Virgen de Árboles se apareció en “El Fuerte” de Carbajales, allá por la Edad Media, en el transcurso de una cruenta batalla entre moros y cristianos donde los albarinos llevaban todas las de perder. Fue entonces cuando el capitán de los cristianos, rodilla en tierra, viendo cerca su triste final, se encomendó a la protección divina y la Madre de Dios hizo su aparición sobre un negrillo. De ahí su denominación. El romance del Padre Mayo narra el final acontecido: “Aterrado el enemigo / ante tan claro portento, / viendo a la Virgen María, / huye levantando el cerco, / dejando el campo sembrado / de banderas y de muertos”. Francisco Rodríguez Pascual, el ilustre carbajalino, cura e historiador, que más indagó sobre ella sitúa el milagro allá por el siglo X.

Fue sobre un viejo negrillo el primer milagro de la Virgen de Árboles, un árbol centenario y corpulento al que le llegó su hora en el año 1955, decían entonces a causa de la carcoma. Asegura la tradición carbajalina que desde entonces se intentaron plantar otros olmos en el lugar de la aparición mariana, pero ninguno sobrevivió.

Fue hace ya 341 años cuando sucedía un nuevo milagro atribuido a Nuestra Señora la Virgen de Árboles, esta vez sí, con testigos, que dan paso de la leyenda a la historia. El día 3 de abril de 1679, festividad de Santa Engracia, mártir de Braga (Portugal) que fue degollada por su enamorado junto al río Aliste. Cada año tenía lugar una procesión desde la iglesia urbana a la ermita situada donde murió, organizada por los seguidores de San Agustín (Ermitaños Agustinos).

En dicha procesión participaba la Virgen de Árboles, por “Voto de la Villa”. Llegada la tarde y el regreso fueron muchos los mozos que se agolparon en el campanario de la antigua iglesia para dar la bienvenida a su Gran Señora. Y llegó la desgracia, el mozo Sebastián Alonso, cayó desde la torre mientras se volteaban las campanas, golpeado por una de ellas, desde “una altura de 28 estados” –unos14 metros–. Viendo cerca la muerte se encomendó a la Virgen de Árboles y salió ileso, yendo incluso por su propio pie a agradecérselo y rezarle un salve a su salvadora.

Otro de los milagros que se le atribuyen a la Virgen de Árboles tenía lugar el 20 de mayo de 1862, un año marcado por la sequía que ponía en peligro la cosecha, los pastos para el ganado y la supervivencia de albarinos y albarinas.

No llovía ni una sola gota de agua, las cosas iban del mal en peor, y fue por ello que la parroquia de Carbajales organizó una rogativa en dicha fecha a la que asistieron los pueblos de Manzanal del Barco, Bermillo de Alba, Losilla, Muga y Marquiz, en una multitudinaria comitiva formada por devotos, curas, concejos, vírgenes y pendones, liderada por la Virgen de Árboles. Cuentan que ni aun así llovió, pero un poco de rocío el día 22 de mayo y un providencial viento del noroeste conservó los campos albarinos frescos y así se salvó la cosecha, pero solo la de los pueblos participantes en la rogativa.

La primera cita escrita de la cofradía o hermandad de la Virgen de Árboles, de Carbajales con tal nombre, data del año 1634. Bien es cierto que en el Archivo Diocesano del Arzobispado de Sanitago de Compostela, al que pertenecieron las Vicarías de Aliste y Alba durante varios siglos, ya aparece reseñada en 1569 una cofradía de “Nuestra Señora”.

Llegó la decadencia y fue en 1914 cuando el entonces cura de la villa Vicente Garzón fue el encargado de su reorganización, un periplo de 16 años de esplendor que se mantuvo hasta la Segunda República. Entonces nadie se presentaba como voluntario para mayordomo y en el cabildo celebrado el día 14 de septiembre de 1930 –siete meses antes de la caída de la monarquía– se dejaba en suspenso la cofradía y se acordó que sin mayordomos “no se sacará a la imagen en ninguna de las procesiones, ya ordinarias, ya extraordinarias”.

El triste paso hacia el final de la hermandad llegaba un ya lejano día 1 de noviembre de 1931. La cofradía tenía un rebaño de ovejas del que nadie quería hacerse cargo y fue por ello que en esa fecha se vendieron los 14 animales 18 pesetas cada uno. El Catastro de Ensenada de 1752 asignaba a la cofradía de la Virgen de Árboles numerosas propiedades, entre ellas 30 tierras, de ellas 23 de primera clase (dos con arroyo) y 7 de segunda, dos huertas, una cortina murada (cercada) y cinco casas.

Nunca se han conocido las ordenanzas más antiguas, si las hubo, aunque sí se sabe que el visitador en 1713 ordenó hacer libros y ordenanzas. La realidad es que no llegaron hasta el 6 de septiembre de 1914: “El fin y objeto de esta cofradía es fomentar el culto y devoción a nuestra soberana patrona”, fijándose los derechos de entrada en 50 céntimos de peseta.

Los cofrades tenían como obligaciones a cumplir el asistir a “Las Completas” de cada día 7 de septiembre, a la Misa Mayor y procesión del 8 y a la eucaristía y desfile procesional del 9: “Todos los hermanos tendrán obligación de asistir al entierro de los cofrades difuntos o al de sus legítimas esposas, acompañando al cadáver con velas encendidas que repartirán los mayordomos”. Quien sumase tres faltas seguidas sin justificación quedaba excluido de la hermandad. Cada falta se sancionaba con 50 céntimos de peseta.

Inicialmente solo se conocía un libro de actas de la cofradía de la Virgen de Árboles que abarca desde su recuperación en 1914 hasta 1935. En el Archivo Diocesano de Zamora se conserva otro de 1698 a 1725.

El “corazón de plata” de la Virgen de Arboles de ocho por doce centímetros fue diseñado por el joyero zamorano Dionisio Alba tras una idea de Francisco Rodríguez Pascual.Un árbol de la vida lleva estilizado en en el reverso con un haz de llamas y el anagrama de la Virgen María el el anverso. Plata de ley en cuyo interior lleva madera del negrillo donde se apareció la Virgen de Arboles y tierra del Fuerte de Carbajales donde tenía lugar la batalla entre moros y cristianos. Fue bendecido por el Papa Juan Pablo II y se da a besar el 8 de septiembre. Este año obviamente no.

En unos tiempos sin procesiones, bailes y toros lo que sí ha hecho Carbajales es reabrir el Taller de Bordados y Museo del Traje Carbajalino de la calle Oro para ofrecer la muestra de indumentaria tradicional tural “Raíces y Tradiciones” que desde el 19 de agosto ha permanecido abierta de lunes a domingo, de 11 a 13 y de 17 a 20 horas, y así continuara hasta el día 10 de septiembre, gracias al Ayuntamiento, grupo Doña Urraca y Diputación de Zamora.