“Es muy grave. Estamos en riesgo de quedar confinados todos los vecinos del municipio si hay un caso de coronavirus”. La concejala Irene Fernández Viduera refrendaba la afirmación, tras la tensa situación vivida en Vime de Sanabria, con la fiesta ilegal que se desarrolló el fin de semana en El Gargallón, y en la que se identificó a 118 personas de diferentes procedencias como Orense, León, Salamanca, Madrid, Valencia y hasta un ciudadano de la república italiana.

La vecina que denunció la ocupación también ha señalado que el Ayuntamiento no ha hecho ningún tipo de limpieza “ni se ha preocupado de preguntar cómo estamos”.

La oposición Ahora Palacios señaló al equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Palacios, del PP, de “inacción antes y después por no aplicar las competencias que tiene sean muchas o pocas”. Y la primera competencia era la limpieza y desinfección de las calles y contenedores del pueblo.

La recogida de basura “ha sido la rutinaria, no sé si corresponde el lunes o el martes, pero era la que tocaba”. Irene Fernández criticó que “ni el alcalde ni el teniente de alcalde han informado a los vecinos de las medidas que habían tomado. Se han limitado a esperar acontecimientos y que fueran los vecinos los que les informaran a ellos”.

Vecinos del pueblo e Irene en calidad concejala llamaron sobre las 22.00 de la noche para informar de la situación, del trasiego de vehículos por el pueblo. La respuesta fue “a mí no me cogió el alcalde el teléfono” y a los vecinos la contestación fue “ya me irás contando”. La propia concejala mandó un mensaje al teniente de Alcalde. El único concejal del equipo de Gobierno que vino el viernes “fue para ver las obras del pozo de sondeo que se están haciendo en Vime”. En ese momento “el Ayuntamiento podía haber tomado medidas” y evitar la entrada de más coches. Cuestionó incluso que “hubieran llamado a la Guardia Civil. Porque fueron los vecinos y el concejal que vive en el pueblo quienes llamaron”.

A posteriori “fueron los vecinos los que se encargaron de limpiar y desinfectar”, en especial la calle del El Reguero. Es un punto donde hay una fuente natural de la que prefiere abastecerse el vecindario. Los jóvenes, y no tan jóvenes, que no accedieron al monte se quedaron en esa zona, con su fiesta particular. Era el punto además donde bajaban a abastecerse de agua los participantes de la fiesta porque en esa zona del monte no hay un lugar en el que coger agua.

Las condiciones, ya no sanitarias, sino las higiénicas eran escasas por lo que observaron los vecinos. “Se lavaban en la fuente, se desnudaban, se cambiaban. Eso lo vi yo” afirmaba uno de los vecinos de la zona.

Hubo una escena muy gráfica el domingo sobre las nueve de la noche. De uno de los vehículos parados para la identificación de la conductora y los ocupantes, descendió una joven en no muy buenas condiciones. Al abrir la puerta el hedor hizo que uno de los agentes, con mascarilla gruesa, se echara para atrás. El mal olor se proyectaba a casi a dos metros del vehículo y penetraba hasta la doble mascarilla sanitaria que portaba alguno de los presentes. El riesgo al que se han expuesto los agentes intervinientes quedaba patente en que tras cada registro había una desinfección exhaustiva de guantes con gel hidroalcoholico.

Alguien pensó en voz alta “lo menos que puedes coger es el coronavirus”.