Chany Sebastián

Abejera de Tábara, pueblo ubicado en una vaguada entre la Sierra Sesnández y la Sierra de Valer, celebraba antaño los Cencerrones como en otros lugares por las calles. Tras su recuperación la representación se sitúa ahora siempre en la Plaza del Fornico, a la vera de la vieja fuente y de su pilón, pero este año no pudo ser: las obras de restauración del tejado de la iglesia de La Natividad obligaron ayer miércoles a a trasladar las celebraciones de la mascarada de invierno a la Plaza del Salón, a la vera del único negrillo (olmo) de la comarca que sobrevivió a la temida grafiosis.

El joven Adrián Rodríguez Vara representó de una manera magistral al sobrecogedor "Cencerrón" y Michael Blanco Hessler bordó a su compañera la Filandorra esparciendo su cernada (ceniza) a diestro y siniestro. Mario Antón Gazapo dio vida al "Ciego", Jesús Casado Folgado al "Molacillo", Alejandro Ratón Folgado al "Gitano", David Gallego Andrés al "Pobre", David Andrés Folgado al "Galán" y Mónica Casado Folgado a la "Madama".

En la antigüedad existía también el personaje del "Cerrón" que interpretada el propio Alcalde de los Mozos ataviado bien con "casaca" o Capa Parda Alistana de Honras y Respeto. Portando además el "zurrón (mochila de pastor) que era donde iba guardando los aguinaldos.

De la indumentaria del ancestral Cencerrón antaño destacaban, aparte de su tenazas de escalera, la máscara con barbas de chivo y cuernos de macho cabrío, mientras una piel de "perro bardino" (lobo ibérico) caía sobre la espalda de camisa de lino y chaleco negro; llevaba y lleva dos correas de cuero cruzadas en pecho y espalda, cencerros a la cintura y un pantalón de pana negro con un rabo de un cánido que iba cosido por detrás.

Los personajes principales, Cencerrón y Filandorra, eran representados, -tenían preferencia si así lo deseaban-, por los mozos que durante el año recién terminado habían sido los encargados de dar la paz y el pan bendito. Cada domingo una vecina del pueblo llevaba a la misa una cesta con trozos de pan que el cura bendecía durante el ofertorio. Al finalizar la eucaristía, en la puerta del templo, un mozo portaba el Medallón de la Paz y la cesta del Pan Bendito y cada vecino lo besaba y cogía un trozo de la hogaza de pan bendecida, como protector, se decía, contra "todos los males terrenales del alma y del cuerpo".

Las dos principales "embestidas" de Abejera de Tábara tenían lugar en la Plaza de la Iglesia (Fornico) cuando más gente allí había: por la mañana tras la misa y por la tarde al finalizar el rezo del Santo Rosario. Existe la creencia que el Cencerrón con sus golpes y la Filandorra con su ceniza propician la fertilidad de la gente, mientras que el sonar de los cencerros alejaba los males de la comunidad y sus gentes.