Abejera de Tábara, perteneciente al municipio de Riofrío, inició el siglo XXI con 239 habitantes y ha perdido 109 residentes en diecinueve años para situarse en 130 empadronados, 74 varones y 56 mujeres. Su historia data de 479 años, fundada en 1541 por el Señorío de Tábara.

En sus orígenes los "Cencerrones" de Abejera de Tábara cumplían con un mismo ritual cada día de Año Nuevo. La "Pedida" o "Cuestación" se hacía por grupos definidos, según sus características, y nunca podían coincidir en la misma casa familiar unos con otros. Cencerrón y Filandorra eran los primeros en llegar y una vez salían de la vivienda lo hacían el Ciego y el Molacillo, el Gitano en solitario, y finalmente la Madama y el Galán.

El alcalde pedáneo y el cura, como máximas autoridades, civil y religiosa, eran los primeros en recibir en sus casas la felicitación: "Buenos días de Años Nuevo y Salida de Año Viejo" para continuar con el "De año en año aquí estamos / a buscar lo que pedimos./ Corten largo, corten gordo, / cuidado no corten codo./ Corten cueiro, corten cueiro, / cuidado no corten dedo. / Cuchillos sentimos rugir, / linguanicicas nos va a partir". Se finalizaba siempre con el ¡Que de hoy en un año! o sea volver a verse 365 días después allí y con salud.

El Galán que tocaba el tamboril y la Madama que danzaba recibían otro tipo de regalos, el resto percibía media cuarta de chorizo, unos diez centímetros. La "linguaniza" iba sumando y para evitar desconfianzas y picarescas cada diez casas se pesaba en una antigua "romana" actuando como juez el Alcalde de los Mozos que iba ataviado con casaca o capa parda alistana portando una mochila de pastor donde guardaba los aguinaldos; no solo se trataba de pedir: si en llegaban a una casa y conocían que la familia que allí habitaba estaba pasando necesidad eran ellos los que les entregaban parte de su aguinaldo. Otra costumbre era acudir a las casas donde durante el año anterior había fallecido alguno de su moradores y allí rezaban junto a la familia, siempre liderados por el Alcalde de los Mozos, un padre nuestro y una Ave María. El Cencerrón se quitaba la mascara y como el resto hacia el rezo de rodillas.