La capa parda alistana, una de las joyas de la etnografía ibérica, no sería una realidad sin el duro trabajo de los hombres y mujeres de alsite que cuidan de las ovejas, ni la destreza de las mujeres que cardan la lana, hilan y tejen.

Prisca Domínguez Ramos nació en Mahíde el día 18 de enero de 1928, por lo que próximamente cumplirá 92 años. Por aquel entonces vivía en casa de sus abuelos maternos, junto a su madre, ya que la necesidad hizo que su padre tuviera que emigrar a Argentina, para trabajar y ganar dinero con el que cuidar de su nueva familia. Cuando su padre volvió la pequeña Prisca ya tenía siete años y tal y como recuerda ella: "me costó mucho trabajo llamarle padre".

Posteriormente y con el dinero conseguido en las Américas ya pudieron tener su propia casa, en la calle el Barro, que aunque entonces no había ni una calle asfaltada o empedrada esa era la más embarrada de Mahíde, de su nombre que aún conserva.

La vida de Prisca siempre ha estado ligada a su querido pueblo, en el que ha permanecido toda la vida dedicada a la agricultura, a la ganadería y a los quehaceres del hogar, en particular al mundo de la lana, pues ya de bien pequeña y cuando salía de la escuela cuidaba el pequeño "tajo" de ovejas que tenía su familia -nunca fueron más de 120-, llevándolas a alguna cortina cerca para alimentarlas con la fresca hierba o los brotes tiernos de las pocas escobas y jaras que había entonces. Ella misma, y siendo bien pequeña, recuerda que ya esquilaba las ovejas, hilaba la lana con la que hacer ovillos para después emplearlos en la confección de medias, jerséis, calcetines o chaquetas que teñían de colores con polvos. De pastora anduvo desde los 12 años hasta los 20 cuando en 1948 se casó con Jacinto Carballés y juntos fueron a vivir al barrio de "La Quinta" de Mahide, donde actualmente reside la Tí Prisca. Fruto de ese matrimonio nacieron sus cuatro hijos: Juan, Remedios, Ángel y Carlos Carballés Domínguez.

A pesar de su nueva vida ella seguía ligada al mundo pastoril y lanero. Seguía teniendo ovejas que ella misma cuidaba, esquilaba, cardaba la lana e hilaba para seguir haciendo prendas de abrigo para su familia. Chaquetas, jerséis o calcetines eran las prendas más normales de hacer en casa. En cambio para conseguir prendas más grandes tenía que llevar los ovillos de lana al telar que entonces había en La Torre, con los que hacía mantas para la cama o "rodandeiras" para taparse cuando iba con las ovejas.

También hilaba lino y los ovillos los llevaba al telar de Moldones, con el que conseguía largas telas para poder hacer camisas, sábanas, sacos para guardar la harina y hasta calzoncillos.

Con poco más de 50 años la vida le dio un duro golpe y la pobre Prisca quedó viuda con cuatro hijos a su cargo, uno de ellos bien pequeño. Aun así ella siguió adelante y luchando por su familia, pero siempre unida a su querido Mahíde natal, y aunque hoy en día ninguno de sus cuatro hijos se ha quedado en el pueblo ella sigue viviendo en Mahíde, en el tranquilo y soleado barrio de "La Quinta" y como ella misma nos cuenta: "toda mi vida he estado en Mahíde y por mucho que quieran mis hijos, de Mahíde no quiero marchar y en Mahíde es donde deseo morir".

Ya hace muchos años que no tiene hacienda (vacas y ovejas), pero siempre se las apaña para tener unos vellones de lana con los que seguir tejiendo para hacer medias de lana. Y aunque reconoce que le da trabajo cardar la lana, lavarla y que quede blanca, ella siempre que puede intenta que las medias sean de lana, como se hacían antiguamente, y aunque el hilo es más fácil de tejer, donde esté la lana natural que se quite lo artificial, comenta Prisca.

Para tejer se ayuda de la luz natural, porque la luz artificial de una bombilla no es suficiente para que su delicada vista le permita trabajar, por eso aprovecha las tardes de primavera y verano para hacer medias. Sus medias de lana son muy codiciadas y tanto los grupos de folklore como los que de vez en cuando se visten con trajes tradicionales para hacer algún acto cultural son sus mejores clientes. Porque sí, la Ti Prisca, además de que le sirve de entretenimiento, vende sus productos y hoy en día sigue confeccionando sus famosas medias de lana que después vende en su casa o en ferias de artesanía, como el Día de la Comarca o romerías tradicionales.

Por toda su vinculación al mundo textil de la lana, es por lo que este año la Junta Directiva de la Asociación Para la Promoción y el Estudio de la Capa Alistana APECA ha elegido a Prisca Domínguez Romero como homenajeada en el Día de Exaltación de la Capa Alistana, a celebrar en Rabanales el próximo domingo 17 de noviembre, coincidiendo con el 7º Día de Exaltación y además acompañada de una paisana suya, la periodista Pilar Cisneros Sanabria, que ese día será la pregonera.