Chany Sebastián

Las "asambleas dominicales en espera de presbítero" (más conocidas como celebrantes de la palabra) se han convertido en parte imprescindible del Arciprestazgo de Aliste y Alba para poder llevar el evangelio y la comunión a todos los pueblos y devotos en una comarca donde la escasez de curas hace imposible que puedan llegar a todas las iglesias muy en particular los domingos y fiestas de guardar.

El pasado sábado los sacerdotes quisieron agradecerles su intensa labor con un encuentro de convivencia y hermandad celebrado en Rabanales de Aliste que culmino con una comida.

Las ADEP (asambleas dominicales en espera de presbítero) está autorizadas por la diócesis de Zamora cuando un párroco tiene a su cargo pastoral más de 5 parroquias (algunos triplican ese número) y no dispone de la colaboración de otro sacerdote. Los celebrantes de la palabra nacieron precisamente en Aliste, por falta de curas, curiosamente en la zona más prolífica de la provincia de Zamora en religiosos y religiosas (misioneros, frailes y monjas) en los siglos , XVII, XVIII, XIX y XX, que dedicaron toda su vida a la evangelización y labores humanitarias por todo el Mundo: entre otros lugares en Siria, Mozambique, Australia, Filipinas, Cuba, Angola, Brasil, China, Méjico o Malasia.

El Arciprestazgo de Aliste y Alba que tiene como arcipreste a Fernando Lorenzo Martín, abraca un territorio geográfico de 84 pueblos y otras tantas parroquias con 9.743 habitantes, donde solamente quedan ya 7 sacerdotes en activo, lo cual supone que cada uno atendería una media de 1.391 feligreses. Solo hay un cura alistano, Pablo Cisneros Cisneros, nacido en Grisuela y párroco de la Unidad de Acción Pastoral de Fornillos con seis pueblos.

El cura mas atareado es Fernando Lorenzo Martín (Alcañices) con 28 pueblos, seguido de Teo Nieto Vicente (San Juan del rebollar) con 16 y Timoteo Marcos (Carbajales de Alba) con 13. Fernando Ruiz González (Fonfría) lleva 9 pueblos y Luis Santamaría del Río (residente en Muelas) a Villanueva de los Corchos, Villaflor y Ricobayo.

Marcelino Gutiérrez Pascual, es el "cura de Mahíde" es el más veterano y lleva 9 parroquias del arciprestazgo. Nació el 4 de octubre de 1941 en Vezdemarbán, y cuenta por lo tanto con 77 años cumplidos. Ordenado sacerdote el 10 de septiembre de 1964 lleva en Mahíde desde julio de 1967.

Según el directorio de las ADEP: "Los candidatos a este servicio deben ser personas de vida cristiana ejemplar, con madurez humana, creyente y eclesial, con aptitud comprobada de servicio, con cualidades para el trabajo en equipo, para la comunión y la corresponsabilidad. Además allí donde sea posible es necesario que sean personas de las misma comunidad".

Se celebrará la eucaristía algún día entre semana, al menos quincenalmente, en las parroquias que tienen celebrante de la palabra.

La despoblación rural se aventura como la principal culpable: "Estamos en una época de profundos cambios que afectan a toda la sociedad y también a la iglesia. Por una parte, el número de sacerdotes disminuye sensiblemente, por otra, comunidades florecientes, que en el pasado tenían pastor propio, se han ido despoblando y ya no cabe pensar en que puedan tener sacerdote que las acompañe de la misma manera que en otros tiempos".

Las primeras Celebrantes de la Palabra fueron las monjas de la consagración del Amor de Dios. Ahora en su mayoría son laicos, entre ellos emigrantes que regresaron a sus pueblos al jubilarse. Entre los celebrantes hay desde empresarios, guardias civiles, matrimonios y amas de casa.

Hay que distinguir entre Misa y Eucaristía (presidida por el cura) y Celebración (dirigida por un celebrante laico o consagrado). Con un celebrante no hay misa, dado que no hay consagración. Si pueden dar la comunión, para lo cual tienen una reserva de formas previamente consagradas en misa por el cura. En una religión de historias y parábolas sobre el "Buen Pastor" y su ovejas, los "pastores" cotizan a la baja y la iglesia tira de comprometidos "zagales" del evangelio.