Aunque nació en el Pirineo, donde su padre trabajaba como registrador de la propiedad, después fue destinado a Villalpando y allí pasó casi toda su infancia y adolescencia José Álvarez Junco. Salió de la provincia a los 19 años para estudiar Ciencias Políticas y llegó a presentar una tesis doctoral sobre el pensamiento político del anarquismo español. Tras desarrollar su labor docente e investigadora en las universidades más prestigiosas del mundo está considerado como uno de los mayores expertos en movimientos políticos y sociales, nacionalismos o teoría del Estado. Recientemente volvía a Villalpando para transmitir a sus vecinos un mensaje muy positivo con su conferencia "El mundo de ayer y de hoy".

-¿Qué está pasando para que resurjan, en todo el mundo, movimientos fuertemente nacionalistas, después de todas las guerras que originaron en el último siglo?

-Este auge reciente de los nacionalismos es más superficial que profundo porque en parte es una reacción contra la globalización. Estamos todos tan globalizados, es tan evidente, que entonces en cuanto llega un político demagogo y dice "no, no, yo lo que soy por encima de todo es de aquí y yo lo que quiero es defender nuestra identidad", pues tiene éxito.

-Polonia, Hungría, Italia, el Brexit

-Creo que no porque la UE a la hora de la verdad reacciona de manera bastante unánime como se ha visto por ejemplo en la negociación del Brexit. Toda Europa ha reaccionado de manera unánime y muy dura con los británicos y quien está pasándolo muy mal y está teniendo muchísimos problemas es el Reino Unido, no es la UE. Y contra Trump, Trump ha intentado también dividir la UE y fomentar los nacionalismos, pero la UE está reaccionando de manera relativamente unánime.

-Entonces, ¿es un fenómeno pasajero?

-Tampoco creo que se extinga porque es algo que se vende muy fácilmente. La demagogia es efectiva, cuando uno no tiene nada que decir es muy socorrido recurrir a la defensa de la identidad.

-¿Es lo mismo que explica el auge de los nacionalismos periféricos en España?

-Pues en parte sí ha ayudado. Siempre han existido, pero nunca ha sido tan clara la amenaza de la ruptura de España. Y en ese contexto la defensa de la unidad de España también es una cosa que se vende muy fácilmente.

-¿Hay también un componente atávico en la base de esas ideas nacionalistas?

-En España no hay un problema nacionalista de enfrentamiento entre comunidades, como hay en la antigua Yugoslavia, los serbios y los croatas vivían juntos de toda la vida pero no pueden ir a los mismos bares, no se puede casar un serbio con una croata. Esas cosas no pasan en España, enfrentamientos en la calle o en un bar entre castellanoparlantes o catalanoparlantes no han ocurrido. Lo que hay son unas élites políticas que han fomentado las ideas nacionalistas y el sentimiento de identidad para conseguir mayores competencias y mayores recursos. Y para ello utilizan la escuela o instituciones como el Museo de Historia de Cataluña, y sí, todo eso puede acabar derivando en enfrentamientos entre la población, ojalá no. Pero en España el enfrentamiento es más bien entre élites políticas por el reparto de poder.

-¿Es necesario reformar la Constitución Española para desatascar esta situación?

-Pues sí, es algo necesario a medio plazo. No puede ser que la Constitución diga "las provincias españolas que tengan una frontera común podrán agruparse y constituir una Comunidad Autónoma". Las comunidades autónomas ya están formadas y sería más lógico que la Constitución dijera "España está formada por 17 comunidades que son tal, tal y tal, y las competencias del Estado son estas y las de los gobiernos autonómicos estas, y fijarlas bien para que el Gobierno central no tenga que transferirlas y se conviertan en un objeto de disputa o en una moneda de cambio. Y muy importante sería fijar también qué impuestos recauda el Estado y cuáles las comunidades autónomas o los ayuntamientos.

-Sin embargo, una parte de la derecha aboga directamente por abolir las autonomías.

-Pero eso no es realista. Hay muchos intereses ya creados de élites regionales y locales, en toda España, incluso dentro de los propios partidos, que no van a consentir que se les quite ese poder.

-¿Sería bueno que esa reforma constitucional también abriera la puerta a un referéndum de autodeterminación?

-Es difícil de saber si eso lo solucionaría. Desde luego en Canadá se permitió el referéndum y salió bien, en Escocia salió bien y bajó muchísimo el independentismo, aunque ha vuelto a subir algo con el Brexit. Pero es una apuesta arriesgada. Tampoco tengo yo la solución ni pretendo tenerla.

-Tras una reforma constitucional, ¿tendría cabida otro nivel intermedio de gobierno como son las provincias?

-Tendría poco sentido, ya existen otros cuatro niveles de gobierno: Europa, que cada vez se lleva más competencias y más importantes, lógicamente; el gobierno español; las comunidades autónomas, y el cuarto, los municipios.

-Sin embargo, la provincia sigue siendo la base de nuestro sistema electoral.

-Habría que pensar si ese no es uno de los artículos de la Constitución que se deberían reformar.

-Lleva 15 años hablándose de esa reforma constitucional, pero no se termina de abordar, ¿por qué?

-Pues porque es muy difícil conseguir el nivel de consenso en el que se basó esta Constitución. La de 1978 fue la primera Constitución en la historia de España que no la impuso el partido que estaba en el Gobierno, con lo cual su valor es mayor que otras y su duración es mayor, pero la dificultad para reformarla también es mayor.

-¿La actual generación de representantes políticos está preparada para liderar ese cambio?

-No, en absoluto. Tenemos un nivel de liderazgo político muy malo.

-¿Peor del que nos merecemos, o están a la altura de la nación?

-Se suele decir que tenemos unos líderes políticos que no nos merecemos, pero normalmente no es así, porque los hemos votado. Aunque también es verdad que los aparatos de los partidos son los que seleccionan a los candidatos y no nos ofrecen a sus mejores. Voy a poner un ejemplo fácil: el PSOE ahora mismo tiene a gente de categoría, como Borrell o como Gabilondo, y sin embargo nos ofrecen como presidente del Gobierno, pues... otra cosa.

Perfil

PerfilJosé Álvarez Junco. Viella (Lérida), 1942

Tras doctorarse en Madrid desarrolló su labor docente en universidades de prestigio internacional como Harvard. En España fue director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, miembro del Consejo de Estado y catedrático de Historia del Pensamiento y los Movimientos Políticos y Sociales de la Complutense. En 2002 recibe el Premio Nacional de Ensayo y en 2003 el premio Fastenrath de la Real Academia Española por su libro sobre la idea de España en el siglo XIX.

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