El encierro taurino de calle, desarrollado ayer tarde en Bermillo de Sayago, congregó a un importante número de aficionados tras las talanqueras y la barrera instalada en el recorrido y en la plaza donde tiene lugar la mayor parte del espectáculo. Sobre el escenario volvieron a saltar dos novillos y una vaquilla del ganadero sayagués Luis Sánchez que, como el día anterior, volvieron a demostrar una casta propia de unas reses que exigen mucho cuidado y pericia para los que se atreven a rondar sus cuernos.

La suelta volvió a demorarse unos minutos, que a los fermosellanos les desagrada porque hacen gala de puntualidad. "Allí llegas tres minutos tarde y te quedas sin ver los toros" expresaba uno de los presentes. Con su entrada en escena, los astados despejan rápidamente el recorrido de aficionados, y solamente algunos especialistas guardan la compostura. La presentación de la res en la plaza barre al instante la misma de intrusos para quedar todo en un mano a mano entre los recortadores, algunos jóvenes con arte de novilleros y el propio novillo. Al resto le queda observar los acontecimientos y, a los de la primera fila, hacer llamadas de atención o tímidas citas a las que a veces responde el novillo personándose con ganas de batalla.

Los cortadores tuvieron oportunidad de practicar y demostrar que es un arte sortear las arremetidas de animales dispuestos a clavar los pitones. Hubo cortes de gran elegancia dentro de una plaza acondicionada con un manto de arena para favorecer el piso y los movimientos de los protagonistas. Tras el encierro siguieron los carretones, que disfrutaron los niños.