Los pueblos del Bajo Sayago renovaron ayer su hermanamiento en torno a los majestuosos pendones en una de las fiestas más singulares del territorio fronterizo. El viento provocó más de un susto a los portadores de los gigantes blancos en su peregrinaje, por la tarde, desde Fariza hasta la ermita de Nuestra Señora del Castillo. A pesar de la pericia y el esfuerzo de sus portadores por mantener el equilibrio, varios pendones llegaron a caerse por la fuerza del viento. Era una lucha titánica por mantener enhiestas las enormes banderolas que pueden llegar a alcanzar los siete metros de altura.

Esos "incidentes" también forman parte de la idiosincrasia de una romería distinta y genuina, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. Fariza fue ayer el punto de encuentro, como cada primer domingo de junio, en la tradicional romería de Los Viriatos que volvió a congregar en el pueblo y en la ermita del Castillo a un gran número de personas llegadas de toda la comarca, también de Zamora, provincias limítrofes y de Portugal, atraídos por esta celebración religiosa u popular.

La fiesta comenzó con el recibimiento de los vecinos de Fariza a sus hermanos de Badilla, Cozcurrita, Mámoles, Palazuelo, Tudera, Zafara y Argañín. Cada uno entrando por su dirección y con sus propios símbolos en forma de pendones, pendonetas, cristos y cruces parroquiales. Una mañana, más fresca de lo habitual pero muy agradable, invitó a no pocos sayagueses a realizar los caminos a pie. Ya en Fariza participaron del tradicional escabeche en medio de la música de gaitas, tambores y dulzainas,

La misa en la parroquia de San Julián dio paso a las comidas de amigos y familias que buscaban el mejor acomodo para disfrutar de la comida campestre. Los puestos en las inmediaciones de la iglesia daban vida a la feria que acompaña a la celebración romera.

Y fue por la tarde cuando los Viriatos tomaron vida en su camino hacia la ermita del Castillo, a orillas de las hermosas vista del Duero encajonado, uno de los parajes más atractivos de los Arribes. La procesión, con dos pendones pequeños portados por los niños, formó un gran reguero humano, sayagueses, visitantes y cada vez más turistas atraídos por esta fiesta y acompañando la Virgen del Castillo de nuevo hasta su lugar natural en el pequeño templo del arribanzo. De regreso a Fariza, cada pueblo tomó el camino de vuelta. Badilla, Cozcurrita y Argañín en La Puente el Puerto; Mámoles en la Fontanica; Palazuelo en El Humilladero; y Zafara y Tudera en Las Paneras.