Diez sanabreses viajaron este fin de semana hasta la comarca cántabra de Liébana para llevar La Visparra de San Martín de Castañeda al Carnaval de Piasca, donde desfilaron junto a otras mascaradas de Asturias, de Orense y de la localidad anfitriona. Las talanqueiras, los visparros, la Dama, el Galán y el Cernadeiro recorrían por primera vez los Picos de Europa, pero en esta ocasión el protagonista era el Ciego, porque estrenaba máscara. Este personaje, que camina del brazo de la Dama fingiendo que no ve para dar "palos" con su bastón a los espectadores, salía en los últimos años con una careta de tela, pero Oscar Coca, Mario Coca, Sergio Quintana y Alberto Méndez han recuperado el método tradicional de fabricación de las máscaras para confeccionar la del Ciego "al estilo de antes", con piel de cabra curtida, cosida a un tambor de jabón para conseguir una cabeza cilíndrica de aspecto demoníaco. "No resultó difícil porque aún conservamos algunas máscaras antiguas que podíamos copiar, pero tuvimos que sustituir el cartón del tambor por plástico", explica Oscar Coca. El traje de Ciego se completa con ropa hecha de retales remendados y una guerrera que en este caso encontraron en una tienda de antigüedades, de un viejo uniforme de la Guardia Civil, además del imprescindible bastón que caracteriza al personaje.

El propio Oscar encarnó al Ciego, y además de Mario, Sergio y Alberto completaban la agrupación Andrés Quintana, Luis Alberto Sánchez, Gabri Pérez, José Fernández, Alejandro Pérez y José Antonio Sánchez. Los diez personajes desfilaron tanto por Piasca como por Potes, la cabecera de la comarca, invitados por la asociación que encarna la mascarada del Andruido en la Paré de Piasca. Los sanabreses se sorprendieron de lo arraigadas que están estas tradiciones en las tierras lebaniegas, "es una delicia ver a niños de cuatro o cinco años involucrarse, correr y tener una ilusión por disfrazarse" -recuerda Coca- "porque eso asegura el futuro de la fiesta del carnaval" en Piasca, una localidad que cuenta con menos de 80 habitantes censados.

En cuanto a La Visparra, a pesar de que San Martín es algo más grande que Piasca, su futuro también viene garantizado por la participación de jóvenes de otras localidades vecinas que visten las máscaras "en fechas en las que hay menos gente en el pueblo o en viajes como estos", destacan. Si por el contrario un año se juntan muchos mozos en San Martín la Noche de Reyes, la mascarada se amplía con más visparros, aunque lo habitual es que sean seis los que salgan a la calle, doce sumando al resto de personajes. En la expedición que llevaba la mascarada sanabresa a Cantabria había chicos de San Justo y de Ribadelago "que lo hacen con muchísima ilusión, como todos nosotros", coinciden los de San Martín.

Aunque esta era la primera ocasión en que las talanqueiras, los visparros, el Ciego, la Dama, el Galán y el Cernadeiro recorrían las tierras cántabras, la mascarada participa con frecuencia en antruejos, ferias y encuentros de España y de otros países, su próxima cita es en la ciudad lusa de Braganza. "Recibimos muchas invitaciones y es imposible asistir a todas, nos gustaría, pero todos tenemos nuestros trabajos o nuestros estudios", afirman. En sus distintos viajes han conocido mascaradas de distintas regiones españolas, de Portugal y del norte de Italia, y perciben que "en otras Comunidades Autónomas, como puede ser el caso de Cantabria, tienen más apoyo" de la Administración. "Creo que en Zamora se necesita más unión entre los pueblos con mascaradas de invierno para ganar fuerza y luchar por la declaración conjunta de Bien de Interés Cultural", reivindica Oscar Coca. Ello traería más ayudas económicas para su conservación y para organizar encuentros similares al celebrado en Liébana, "que son muy difíciles de costear a base de financiación privada, si tienes que pagar el desplazamiento y el alojamiento de seis o siete grupos que vengan de fuera". Intercambiar experiencias con otros pueblos que conservan mascaradas de invierno "es muy interesante porque hay unas similitudes increíbles, puedes estar en el norte de Italia, a pocos kilómetros de Austria, y descubrir personajes que llevan cintas de los mismos colores que las tuyas y que desfilan el mismo día del año", razona Coca. Además del placer de descubrir nuevos paisajes rurales y otras culturas, "el sábado, en un momento de emoción, tuve que sacarme la máscara para decirles a todos que estábamos desfilando en un sitio precioso", reconoce el Ciego de la mascarada.