El Seprona se incautó ayer de 34 perros que vivían en una finca de Roales que carece de licencia de núcleo zoológico, un permiso necesario para tener más de cinco perros. El cuidador de los canes, que había sido denunciado por este motivo, se los entregó de forma voluntaria a los agentes y a los trabajadores de la protectora Scooby, que se ha hecho cargo de los canes. Previamente la Guardia Civil había comprobado que ninguno de los perros procedía de robos, sin embargo, algunos de ellos estaban en situación irregular bien porque carecían de microchip o bien porque no estaban censados a nombre de su cuidador, quien tampoco pudo aportar todas las cartillas sanitarias obligatorias.

Muchos de los perros incautados eran galgos y también los había de razas como spaniel bretón, pointer o setter ingleses, todas ellas utilizadas habitualmente para la caza. El cuidador aseguró que la mayoría de animales procedían de gente "que se quería deshacer de ellos, y yo los cogí aquí por cariño, para que no los sacrificaran o abandonaran", y afirmaba "sentir una pena enorme" por tener que deshacerse de ellos.

Aunque los animales se encontraban bien alimentados, la finca "carecía de las condiciones necesarias para albergar a tantos perros a la vez", según explican desde Scooby, algunos presentaban heridas que se habrían hecho peleando entre ellos y todos tenían pulgas, vivían en jaulas en pobres condiciones de salubridad. Recientemente había nacido una camada de cinco cachorros que contrajeron la parvovirosis, una enfermedad que acabó con la vida de tres de ellos, los otros dos, que ya la han superado, también pasaron a manos de la protectora.

Curiosamente, cuatro de los 34 animales entregados eran lobos checoslovacos, un híbrido entre lobo europeo y pastor alemán. Una de las hembras había matado al macho pocos días antes y su cuidador advertía que "puede ser agresiva", los otros tres se mostraban más dóciles.

Para recoger los perros, los agentes del Seprona acudieron acompañados de dos veterinarios de la Junta de Castilla y León y de los trabajadores de Scooby, que llevaban dos furgonetas acondicionadas para el transporte de animales vivos. El cuidador entregó los perros uno a uno a la puerta de la finca, le acompañaba un individuo que afirmaba no tener relación con el caso, sino que había llegado al lugar esa mañana para recoger un perro y se había encontrado con la situación, sin embargo conocía qué canes vivían allí y cuáles podrían pelearse entre ellos si viajaban juntos. Cuando salía cada animal, los veterinarios comprobaban si tenían microchip para leerlo y después eran introducidos en las furgonetas de Scooby. Los agentes permitieron que el hombre denunciado, que en realidad tenía 37 perros, conservara tres de ellos que sí estaban censados a su nombre. Al ser una cantidad no superior a cinco no requeriría licencia de núcleo zoológico para tenerlos en la finca.

Ayer a mediodía los 34 perros incautados fueron trasladados al centro de rescate que la protectora Scooby tiene en Medina del Campo (Valladolid), donde los veterinarios les harán un reconocimiento, serán desparasitados y, si es necesario, vacunados. Después los repartirán entre este centro y el que poseen en Valcabado -gracias a un convenio con la Diputación Provincial de Zamora-, hasta que encuentren un hogar de acogida para cada uno de ellos. Scooby practica una política de cero sacrificios.

En esta protectora están acostumbrados a hacerse cargo de grandes cantidades de perros que son decomisados por proceder de criaderos ilegales y otro tipo de negocios ilícitos. "Nos esperábamos algo bastante peor, hemos visto otros sitios con perros en condiciones muy crueles", explicaban.

En muchos de los, como este de Roales, los perros pertenecían originalmente a cazadores o galgueros que los descartaron por ser viejos o poco capaces para la caza y las carreras. Otros canes corren peor suerte y son ahorcados. Desde la protectora Scooby recuerdan a todos los cazadores que lo que deben hacer es dejar a los perros en una protectora como la suya, pagando la pertinente tasa que se utilizará para alimentarlos durante todo el tiempo que pasan en el refugio así como para mantener las instalaciones en funcionamiento. "El dueño del perro saca un rendimiento del animal durante años, lo mínimo que puede hacer después por ellos es rascarse un poco el bolsillo y pagar una tasa para que dejarlos en buenas manos", explica Fermín Pérez, presidente honorario de la protectora Scooby. En el caso de esta organización, la tasa para dejar un perro es de 100 euros.