"¿Has visto cómo nos quiere el Cristo, que nos deja llegar en procesión hasta la ermita?". Y es que ayer los moralinos, en la mayor fiesta local, el 9 de mayo, se mostraban contentos y optimistas cuando a las diez de la mañana comenzaba la procesión sin atisbo de lluvia, agua que respetó el camino romero que iniciaban decenas de personas acompañando a la Virgen del Rosario por la arteria principal, la calle Zamora.

El desfile lo encabezaban las cruces guía y la Banda de Cornetas y Tambores local, que esta ocasión estrenaban camisas blancas donadas por Asprosub, con el emblema de la agrupación bordado.

Con más nubes que claros, temperatura primaveral y sin apenas lluvia la climatología respetó la primera parte de la romería y no fue hasta pasadas las doce del mediodía, una vez concluida la misa, cuando caían las primeras gotas, que se mantuvieron a lo largo de la tarde de manera intermitente.

Fue enfilar la nacional 630 y los tambores de la banda cambiaban el paso a los peregrinos que ya caminaban a ritmo ligero acompañando a la imagen mariana, tocada de fino lino y con hermosas flores haciendo juego con la estampa primaveral que reinaba a ambos lados del trazado del camino, con las margaritas, amapolas y mimosas florecidas entre la hierba componiendo un colorido cuadro natural.

Doce cargadores portaban las andas de la Virgen, cuatro más que en anteriores ediciones, para lo cual ha sido necesario alargar las andas, con un amplio séquito de compañeros con los que se iban turnando en cuanto alguno tenía problemas.

Son caras conocidas para los moralinos, y pocos se dan de baja si no es por la edad o problemas de salud para acudir fielmente a cargar con la madre del Cristo que ayer era recibida por cientos de personas y autoridades civiles y eclesiásticas, muy cerca de las once de la mañana, y después de que los romeros hicieran un alto en el camino para orar en honor a la patrona de la comarca del Vino, la Virgen del Aviso, desde el crucero desde el que se vislumbra el teso de tal nombre.

El paso de un camión de gran tonelaje por la vía paralela a la nacional 630 hacia el cercano polígono industrial se dio de bruces con los caminantes y deslució de manera notable la llegada de la procesión al entorno de la ermita. Entre el numeroso séquito que esperaba a la Virgen estaban lugareños de morales, caminantes llegados de la capital y gente que utilizaba el autobús desde la ciudad.

También romeros excepcionales, como el del grupo de alumnos de Alejandro Casona, que habían acudido con la directora del centro, Eloísa Fradejas "porque muchos de ellos han tomado la comunión el domingo y es un regalo".

Ya en el interior del templo era el párroco local José Albero Sutil quien oficiaba la liturgia acompañado por José Ferrero y Javier Fresno, delegado diocesano de religiosidad popular. Sutil excusó la presencia del obispo e introdujo su homilía con las palabras de Magistral Romero, quien acostumbra a pasear por estos lugares y es el autor de las palabras que dan la bienvenida al caminante en la placa colocada frente a la ermita. El cura también abundó en un pensamiento del papa Francisco: "Mirar al Cristo crucificado es lo que nos ayuda cada día".

Más allá de los actos religiosos, las lluvias caídas durante el fin de semana habían pasado factura en el entorno de la ermita, principalmente en la zona de las casetas donde no había verde y si mucho barro que había que sortear para no caminar por el lodazal. Muchos de los romeros llegados de Morales, Zamora y otros pueblos se acercaron al condumio que ofrecían las casetas para reponer fuerzas mientras que autoridades, cargadores y las fuerzas vivas del pueblo acudían al ágape recepción que ofrecía el Ayuntamiento en la conocida como casa del ermitaño, ocupada hasta hace poco por un anciano Juan Bautista Moro. Éste se encontraba también ayer en un lugar de honor dentro del presbiterio durante la misa, amenizada por el coro de Morales: "Alegre la mañana que nos habla de ti, alegre la mañana", cantaban las voces femeninas.

Un variado zoco de mercadería tomaba su sitio para ofrecer al cliente desde paraguas, en una jornada bien propicia para ellos, rosquillas y avellanas, productos típicos de cualquier romería, desde un euro, churros y porras, y el textil, con varias parcelas ocupadas, además de los hinchables y las atracciones infantiles, como un carrusel o colchonetas hinchables.

La tarde tuvo también su público, principalmente de la capital, con muchas personas que aprovechando el asueto laboral que acercaban a echar un rezo al Cristo, besar la reliquia de la vera cruz y compartir, en clave de hermandad y solidaridad, un pincho y un caña en las carpas de hostelería entre los que resaltaba especialmente al caseta que este año estrenaban los quintos de Morales del Vino nacidos en el 98, una nave prefabricada sobre una base de hormigón que sustituye a la hasta ahora habitual estructura de maderas y plásticos.