El diputado de Cultura, José Luis Bermúdez, destacó el valor etnográfico del libro «Sanabria. Lenguaje social tradicional (1850-1950)» del que es autor Juan Manuel Rodríguez Iglesias. Resaltó un trabajo que es un «estudio de un siglo, de lo que podía ser la Sanabria, que habla de lo que era el antiguo Ayuntamiento de Terroso, que incluía y San Martín de Terroso, pero que podía muy bien circunscribirse a lo que era la vida en toda Sanabria en ese época» dijo Bermúdez, un alistano que también comulga con una etnografía «similar». Para el responsable de Cultura «es un libro interesantísimo, muy fácil de leer y es apasionante seguir el relato del ciclo vital» que resume esos 100 años. Bermúdez destacó la labor de campo en la recopilación de relatos, de palabras del dialecto, y costumbres como el noviazgo, las bodas y entierros que reflejan fidedignamente ese ciclo de vida.

La parte literaria se complementa con la parte gráfica que ha recogido el autor de sus fuentes. Bermúdez reparó en una de las anécdotas del relato cuando un hombre se hizo en vida dos ataúdes para enterrarse, que finalmente fueron usados por sus dos esposas. Con esta nueva obra, presentada ayer en la Diputación provincial, las publicaciones de la Biblioteca Tradicional de Zamora alcanzan el número 30.

Con esta nueva publicación, el editor Luis González, de Semuret, considera que la colección cumple sobradamente su mayoría de edad. La obra entrega el relato de «las costumbres de Sanabria, maravillosas, pero algunas también son muy duras». Equiparó la obra a «un tratado de derecho consuetudinario en una región donde la Ley muchas veces no llegaba, y ellos tenían que autorregularse. A través de estas normas nos indican como se vivía en aquella época».

El autor y director de la obra, Juan Manuel Rodríguez Iglesias, se emocionó al recordar los orígenes de esta colección de 32 libros que preparó con Francisco Rodríguez Pascual, ya desaparecido. El autor desgranó los pormenores de las fuentes gráficas de los años 20, por un lado los indianos y por otro familiares que trabajaron en Madrid para una familia norteamericana sorprendidos por aquellas escenas costumbristas de los años 50 en las Ventas de terroso. En el papel de guardianes de este legado destacar las fotos facilitadas por Laura Rodríguez de Terroso. La evolución de la población constituye todo un tratado de evolución que para el autor es extrapolable a toda España. Escrituras, documentos de la escuela de Terroso, crónicas periodísticas de la época, normas de higiene van trazando la vida de este pequeño municipio. Entre las crónicas destacan la gripe del año 1918 y los enfrentamientos del cura con los vecinos, desde quemar la tenada (la leña) hasta desenterrar el huerto. Buena parte de la documentación civil y religiosa manejada por el autor estaba depositaba en la parroquia de Terroso, ahora en el archivo de la Diócesis.