Alfonso Ballesteros ha recibido muchos reconocimientos a lo largo de su vida, pero la invitación para pregonar las Fiestas de la Visitación de su pueblo, Fuentesaúco, «ha sido el más entrañable» confiesa. Médico con una profunda vocación por la enseñanza, viajero empedernido, amante de la Fiesta Nacional y buen conversador, el doctor Ballesteros reconoce tener el corazón partido entre su tierra natal y la Mallorca de adopción, donde vive desde hace casi cuarenta años y ha cultivado amistades como la de Camilo José Cela, al que acompañó en su viaje a Estocolmo con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura.

-¿Sin antecedentes en la familia, que le llevó a estudiar medicina?

-Influyeron en mi médicos de mi pueblo a los que conocí y otros de reconocido prestigio que nacieron en Fuentesaúco, como los doctores Olivares o Matilla. Y es muy posible también la circunstancia que el esposo de mi hermana estuvo enfermo mucho tiempo y yo vivi desde niño mucho el ambiente de las clínicas. Tengo la fortuna de poder decir que desde que estudiaba el Bachillerato tenía muy clara la idea de ser médico. Cuando hice la carrera en Salamanca mi idea inicial, para la cual me preparé, era ir a Estados Unidos, que entonces era la meca de la medicina. No pudo ser y fue siempre una frustración para mi.

-¿Por qué no fue posible?

-Influyeron varios factores. Uno de ellos es que no tenía hecho el Servicio Militar y no te daban pasaporte. Me quedé y para hacer la mili alguien me dijo una solución muy ingeniosa, en vez de ir de soldado haz oposiciones y te haces médico militar. Me dijeron harás la mili llamándote de usted y con un sueldo; y efectivamente. Tengo un gran recuerdo de mi época de médico militar destinado en Valencia, pero en aquella época en el Ejército científicamente no era fácil progresar, así que al final lo dejé y me fui a Palma de Mallorca donde había estado unos meses antes y tenía un gran recuerdo. Me fui en el año 74.

-Y allí se quedó para siempre.

-Yo había ido a Mallorca primero en el paso del ecuador y me lo pasé bomba, tenía un gran recuerdo. Y en el 69, al terminar la carrera, como no podía irme a América y no quería irme a un pueblo, salió una plaza en una clínica. Vi que era una tierra en aquel momento con una gran diferencia con el resto de la península, de gran vitalidad económica, un sitio muy cosmopolita. En 1974, cuando se produjo la gran revolución de la Sanidad Pública, se crearon los grandes centros hospitalarios jerarquizados con servicios y me ofrecieron una plaza de médico especialista en medicina interna. No lo dudé. Desde entonces estoy allí y soy un mallorquín de adopción.

-Y allí ha desarrollado una fructífera carrera profesional

-Pero yo siempre he sido un poco de culo inquieto. En el año 1992 hice otra pirueta que me salió muy bien. Abandoné toda la actividad pública y me dediqué exclusivamente a la privada, que en Mallorca es importante, incluso con centros pioneros. Tanto que se hicieron algunas de las primeras cirugías cardiacas, los TAC, resonancias etc. Aposté por la privada y sigo ejerciendo.

-Y ha compatibilizado la consulta con la docencia, toda una vocación para usted.

-Realmente me hubiera gustado más dedicarme a la docencia pero en Palma no hay Facultad de Medicina y la suplí dando clase en la Escuela de Enfermería. Luego durante unos años la Universidad de Barcelona dio clases de patología médica en Palma y yo estuve encargado. Si tengo alguna frustración es que me hubiera gustado ser profesor de medicina de forma continua.

-Mallorca es muy distinto a la tierra que le vio nacer, no le costó adaptarse.

-He tenido la suerte de que en Mallorca me adapté muy bien al medio. Uno de los errores que a veces tiene la gente que va a las islas es que se crean guetos peninsulares; esto en principio puede ser un error, te limita. Soy una mezcla de castellano porque nunca renuncie a mis raíces, hago gala de ello, pero también soy mallorquín porque el buey es de donde pace no de donde nace. Se puede ser las dos cosas. Mallorca me ha dado mucho.

-¿Se imagina como sería hoy la experiencia de un joven médico castellano tal y como están las cosas, con la Sanidad sometida a profundos recortes y tanto paro?

-Las cosas han cambiado mucho porque en aquel momento había un déficit de médicos, incluso en el país de los ciegos el tuerto es el rey. Ahora el nivel es muy superior a mi época pero hay muchas menos oportunidades. Cuando yo acabé podías elegir, te ofrecían trabajo aunque tuvieras un curriculum sencillo. Empieza a haber paro otra vez en medicina.

-¿Qué repercusiones pueden tener los recortes sanitarios?

-Yo soy un afortunado porque estoy en el sector privado, aunque no me he desvinculado del público. Soy una «rara avis» porque desde hace 20 años, al menos dos días por semana voy al hospital donde trabajé y he seguido relacionándome, voy a las sesiones que me es muy útil. Y lo están viviendo de forma dramática, en Mallorca especialmente porque hace unos cuatro o cinco años a los médicos se les reconoció que las guardias se pagaran al precio que en el resto de las comunidades (esto de las comunidades ha sido una anarquía). Pero de repente hubo unos sindicatos que impugnaron eso porque no habían estado en la mesa de negociación y ahora pretenden, no solamente pagarle al precio anterior sino que devuelvan todo lo que han cobrado.

-Incluso se ha cerrado algún hospital.

-Con las restricciones presupuestarias, que son necesarias sin duda, lo que pasa que han cortado por lo fácil; hay otros sitios para cortar. Sí, van a cerrar dos hospitales para crónicos. Esto ha generado un clima de crispación terrible hasta el punto de que el viernes era la fiesta del Colegio de Médicos y a última hora se suspendió.

-Porque sanidad y educación son cuestiones muy sensibles para el ciudadano.

-Pero es la partida económica que más gastos genera y entonces han ido a lo más fácil, a meterse con los funcionarios, la sanidad y la educación. Y hay grandes partidas, fundamentalmente de los políticos que no tocan. Fíjese lo que ha pasado con Dívar.

-Y en las Islas Baleares han tenido muy cerca un caso muy flagrante, con el llamado «caso Matas».

-Exactamente, o lo que ha pasado con el Defensor del Pueblo catalán con 150.000 euros en viajes. Son partidas absolutamente inaceptables. O lo que pasa con la Administración. En Mallorca tenemos el gobierno balear, el consell de cada isla (que es una especie de Diputación) pero incluso crearon hace muy poco el consell de Formentera donde incluso están teniendo dificultades, por lo pequeña que es la isla, para encontrar gente que cubra los puestos.

Fuentesaúco, 1944

Alfonso Ballesteros Fernández es Doctor en Medicina por la Universidad de Barcelona, socio de la Academia de Ciencias de Nueva York y Académico Numerario en la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares, de la que fue presidente durante ocho años. Entre sus contribuciones más relevantes en el campo médico destaca la descripción de los primeros casos en Mallorca de la Enfermedad de Andrade o la identificación por primera vez en España del N-Hexano (componente de disolventes) como responsable de la parálisis que sufrían los trabajadores de la industria del calzado. Entre los premios atesora el Ramón Llull del Gobierno de Baleares; Medalla al Mérito Colegial o Insignia de Oro del Sindicato Médico.

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