El deficiente servicio de internet, la despoblación en el medio rural, los cursos impartidos por organismos e instituciones «que no sirven para nada» porque se organizan «de cara a la galería», la inadecuada recogida de la aceituna y su tardanza en prensarla, que perjudican a la calidad del aceite, y la paralización del puente internacional que conecte la comarca con la IC-5 portuguesa son algunos de los males que sufre Sayago. Éstos fueron anunciados por empresarios y vecinos durante las jornadas organizadas en Pinilla de Fermoselle por la Agencia de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Villar del Buey, que preside el popular José María Nieto Vaquero.

Las jornadas dejaron, no obstante, «un balance muy positivo por la buena acogida entre la población local, interesada en conocer los recursos y las posibilidades del territorio enmarcado por los espacios protegidos de Arribes del Duero y Douro Internacional», y por el hecho de que tomaran parte ponentes de cierto peso como Lagido Domingos, director de áreas clasificadas del Norte de Portugal, Ana Martínez, directora del Parque de Arribes del Duero, así como el presidente de la Cámara de Miranda do Douro y numerosos técnicos y especialistas en producciones endógenas.

El sector empresarial del territorio rayano puso de manifiesto carencias esenciales para el eficiente funcionamiento de sus negocios, «como el acceso a internet de banda ancha, del que muchos aún hoy carecen y que es herramienta básica para la internacionalización del producto que ofrece el medio rural».

Ana Vicente Cortés, agente de empleo y desarrollo rural del Ayuntamiento de Villar del Buey, señala por su parte que «el aprovechamiento de los recursos naturales y agroalimentarios fue un asunto destacado en las jornadas transfronterizas, e igualmente «valorada la participación portuguesa y el intercambio de experiencias del otro lado de la raya». Estas experiencias, dice, «sirvieron para conocer los productos elaborados del territorio fronterizo, así como el propio espacio de frontera y promocionar el establecimiento de nuevas actividades económicas en la zona que mejore y diversifique la ya existente».

En los arribes españoles existen, empero, problemas de calado que es preciso solventar. Una cata de aceite realizada en el transcurso de las jornadas puso de manifiesto las fallas del aceite que los particulares tienen como algo insuperable. Y es que los catadores revelaron «un sabor a rancio», que rebajó las esperanzas que los locales tienen en sus productos. La razón, según se apuntó, es que hay que prensar sin demora la aceituna recogida para sacar todo su beneficio. No es el caso en un territorio de arribanzos donde, a falta de accesos, las personas se manejan con mulos y burros y prolongan la recogida de las olivas durante días y días, e incluso durante semanas. Además, al no ser socios de las cooperativas, deben alargar todavía más el prensado porque los asociados tienen la preferencia. «El problema no son las aceitunas, sino el tratamiento que se hace de éstas».

«Se destacó la necesidad de que productores y olivicultores de la zona arribeña se organicen y luchen por conseguir la Denominación de Origen de Aceite de Arribes»,

Por su parte, profesionales y técnicos de la administración pusieron de relieve la importancia de la calidad en la producción y el valor añadido que supone la certificación de garantía que conceden las distintas consejerías como la «Marca Natural» y «Tierra de Sabor», indicadores de un producto o servicio que ofrece una garantía de procedencia y calidad.

También hubo críticas a los cursos «para la galería» organizados por algunos organismo con gran respaldo financiero. «Son cursillos que luego no son homologados por no seguir los protocolos y que, al final, no sirven para nada» expresaron fuentes asistentes a las jornadas.

Finalmente presidentes y gerentes de los Grupos de Acción Local Aderisa, Corane y Douro Superior, presentaron sus programas de desarrollo coincidiendo en que el principal problema del medio rural es la falta de población y que la administración debe de contar con la población local en el diseño de las políticas territoriales, para que el objetivo final de fijar población sea una realidad.