Manuel Rodrigo aparece a las 11.00 horas tirando de dos burros en la era donde esta esperando el trillo y la paja. Los burros son de la señora Tere. «Aquí cada uno del pueblo aporta lo que tiene para poder trillar, los burros son de uno, el trillo de otro, y los aperos de otro», comenta Manuel, que pertenece a la Asociación Cultural «La Veiga», y que ejerce de maestro de ceremonias.

Primero se recogen los haces de cebada, se acarrean hacia la era, donde se extienden para que se calienten, se deshacen y se comienza a trillar, hasta que queda molida la paja y a la vez se separa el grano de la espiga.

El trillo típico de la zona, una tabla de madera recta acabada en uno de sus lados en un desnivel hacia arriba, en la parte de la tabla que esta tocando la paja, tiene incrustados pequeños cantos de cuarzo afilados que son los que van a cortar la paja al arrastrar la tabla. En el centro de la tabla en la parte de arriba está situado un taburete de madera para que la persona que dirija a las caballerías que tiran del trillo pueda sentarse durante las largas horas de trabajo y un caldero para recoger los excrementos.

«La trilla se recuperó en Moralina hace ya 16 años y desde entonces cada agosto celebra La Parva, para que los más pequeños conozcan de primera mano como se desarrollaban las labores del campo en el pueblo», comenta la vicepresidenta de la Asociación Cultural «La Veiga de Moralina, Candelas. Más de 50 personas participan en las labores agrícolas, que finaliza con una comida tradicional.