La autopsia del cadáver de la mujer portuguesa L. L M., desaparecida en Benavente en enero de 2021 y hallada el miércoles en las compuertas del canal de la fábrica de harinas La Ventosa, no ha detectado signos de violencia ni indicios anormales, aunque no ha determinado tampoco la causa concreta de la muerte, según ha podido saber este periódico.
La forense completó la necropsia ayer por la mañana y extrajo muestras que han sido remitidas al Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil en Madrid para cotejar el ADN con el de su hermano. También se realizarán análisis toxicológicos.
El subdelegado del Gobierno en Zamora, Ángel Blanco, confirmó ayer la identidad adelantada por La Opinión-El Correo de Zamora en base a la documentación hallada en el cuerpo. Se encontraba en una bolsa y la comisión judicial pudo revisarla al extraer el cadáver del agua.
La certificación de la identidad del cadáver no será oficial, según precisó Blanco, hasta aproximadamente dentro de un mes.
La documentación hallada en el cadáver, la ausencia inicial de signos de violencia tras la obducción practicada en el Instituto Anatómico Forense de Zamora, y el hecho de que el control de las cuentas bancarias de la mujer no haya registrado ningún movimiento significativo, alejan la hipótesis de que pudiera haber sido víctima de un crimen.
Por contra, y aunque serán los resultados toxicológicos y de ADN los que finalmente confirmen tanto su identidad como la probable causa de la muerte, gana peso la teoría de que terminara en el cauce de la Ría de Don Felipe de forma voluntaria o accidental.
El cuerpo se encontraba muy deteriorado después de todo este tiempo en el agua. Sin embargo, sufrió un proceso conocido como saponificación, que actúa frenando total o parcialmente el proceso de descomposición y permite la investigación forense. Cuando un cuerpo permanece mucho tiempo sumergido en el agua suele producirse este proceso. La saponificación permitió, por ejemplo, que la autopsia resultara clave en el caso de Diana Queer después de que el cadáver se hallara en un pozo.
Ocupación del chalé
El hermano de L. L M., residente en Portugal, denunció su desaparición poco tiempo después de que esta se produjese. La Guardia Civil inició la búsqueda y rastreó, como informó ayer este periódico, distintos puntos del término municipal. Entre ellos se peinó varias veces el canal (la ría de Don Felipe) donde se halló el cadáver y también otros cursos de agua. No se hallaron ni pruebas ni indicios de ningún tipo.
Buscando pistas, una inspección judicial supervisó el interior del chalet de la desaparecida. Tampoco se realizaron hallazgos. Todo parecía estar en orden. Los investigadores iniciaron entonces el control autorizado de sus cuentas bancarias. L. L. M. poseía propiedades y significativos activos financieros.
Durante este año y medio no se produjo ningún movimiento bancario sospechoso, ni siquiera después de que el chalé en el que vivía en la calle Burgos, en la urbanización Las Catalanas, fuera ocupado “ilegalmente” por una familia.
Tras la ocupación de la casa, la Guardia Civil siguió esta vía de investigación durante un tiempo, aunque prácticamente terminó descartándose la existencia de un nexo con la desaparición. Por ello, hace meses que los investigadores manejaban la hipótesis de que L. L. M. hubiera fallecido.
Ante esta posibilidad, los investigadores habían pedido al hermano de la víctima una muestra de ADN para cotejarla con el de su hermana en caso de necesidad. Esta muestra servirá ahora para certificar legalmente la identidad del cadáver.