Adaptar la infraestructura de la fiesta del Toro Enmaromado al presente siglo; observar escrupulosamente cada detalle relacionado con el trato a los astados desde su llegada a la ciudad y hasta que comiencen la carrera; y garantizar su tranquilidad evitándoles todo tipo de distracción y de trajín. Esto es lo que persigue la remodelación del toril, que ha pasado de ser un pequeño y estrecho cubículo con un mueco de ganadería, a una infaestructura con tres corrales, mangas de comunicación y servicios auxiliares, incluidos duchas y aseos para los enmaromadores, y un mueco de metal diseñado de principio a fin pensando en las características del Toro Enmaromado.

Las obras de conversión del antiguo almacén auxiliar municipal en una pequeña red de chiqueros han entrado en su recta final y estarán listas en el plazo de una semana, en dos a lo sumo. Restan por ejecutarse pequeños detalles y los trabajos se completarán con las mejoras, que básicamente consisten en rellenar los solados de los corrales y de las mangas de una gruesa capa de arena.

Aunque en el proyecto ya se apreciaba que poco o nada se había dejado a la improvisación, las obras están confirmando que la infraestructura busca con el doble fin de extremar la comodidad de los astados y la seguridad de los enmaromadores, esta última, en relación con la colocación de la maroma en el nuevo mueco.

Tarea de mayoral

Aunque el toril consta de tres corrales, al menos este año el Enmaromado será desembarcado previsiblemente en el último, el más amplio, dónde se ha instalado una pasarela metálica que rodea interiormente el espacio y se ha colocado un bebedero de aristas romas. Una enorme puerta corredera de metal permite el acceso a la manga, desde la que se puede acceder al segundo corral, más pequeño, y desde el que el público podrá contempla al enmaromado de turno a través de una ventana rectangular de metacrilato que facilitará la vista sin que los astados perciban la presencia de público.

Como en el caso anterior, el segundo chiquero también posee una puerta corredera de metal que comunica con la manga. Esta conduce hacia el toril a través de una ligera pendiente y gira a la izquierda en dirección al mueco. Para facilitar la entrada de los toros en este se ha ideado una enorme pared de metal movible que se ajusta a la anchura de la manga de forma que los bravos se vean obligados a entrar en el cajón metálico. Una vez dentro, el giro de una manivela mueve las dos paredes metálicas del mueco hasta inmovilizar al astado, cuya cabeza quedará a su vez inmovilizada con dos hojas abatibles.

Esta última operación solo la realizará un mayoral especializado y una vez completada los enmaromadores, sin riesgo de ningún tipo para su integridad, podrán colocar la maroma al morlaco de turno (Razonador, el Enmaromado de este año será el primero) sin aparentes complicaciones. El nuevo mueco también permite que la salida del bravo no requiera que este tenga que dar, como ocurría hasta ahora, un pequeño salto hacia la calle.