Situado en el Valle del Tera, la localidad de Sitrama cuenta con uno de los pocos artesonados mudéjares de la comarca de Benavente. Una pieza con ocho siglos de antigüedad que se encuentra ahora en proceso de restauración. Obras de arte del siglo XIII codiciadas por los coleccionistas.

Por aquel entonces la vida discurría de forma totalmente diferente a la de hoy. La sociedad estaba dividida en gremios y las actividades se realizaban a cambio de comida. Es posible, tal y como se muestra en "Los pilares de la Tierra", que un maestro carpintero llegará al Valle del Tera y, viendo que se estaban llevando a cabo obras en la iglesia de Sitrama, se ofreciera a realizar un artesonado a cambio de manutención. Corría el último cuarto del siglo XIII o el primero del XIV. Era época de reconquistas y los mudéjares, musulmanes a los que se les permitía seguir viviendo en territorio cristiano, desarrollaron una amplia actividad de su arte decorativo.

Después de ocho siglos, el artesonado de la parroquia de San Miguel Arcángel de Sitrama de Tera no se encontraba en buen estado de conservación. Realizado en madera vista, ocupa todo el prebisterio de la parroquia, con unas dimensiones de 6 x 6,50 metros. Octógono con lacería terminaba en la parte superior con un mocárabe compuesto por más de 1.000 piezas. Estas, y sus piezas de decoración, estaban empezando a notar el paso del tiempo. Algunas de sus piezas se caían al suelo.

Ante esta situación se decidió llevar a cabo una restauración y conservación del artesonado mudéjar, una obra a la que se destinaron más de 20.000 euros y cuyo proceso durará aproximadamente cuatro meses.

Diagnosis

«Cuando diagnosticamos el artesonado desde abajo apreciamos que había muchas posibilidades de tener que desmontarlo porque veíamos que uno de los casetones (una de las ocho piezas que conforman el octógono), se estaba desmoronando. Al poner el andamio y acceder a la zona interna vimos que no hacía falta desmontarlo lo cual es un alivio ya que somos partidarios de no mover las obras en tanto que no sea imprescindible», señaló uno de los responsables de Restauración Casanova, empresa encargada de la restauración y conservación del artesonado.

Antes de comenzar la obra restauración hubo que revisar la base del artesonado. De allí se sacaron varios kilos de escombro fruto de la reparación del tejado. El artesonado estaba negro debido a la acción durante varios siglos del humo de las velas. Limpiarlo fue la primera de las acciones de mejora.

En el apartado de conservación el primer paso a dar fue el reforzamiento de la estructura del artesonado. La carcoma estaba haciendo estragos en la madera por lo que desinfectarlo fue el siguente paso a realizar.

El tercer paso en el proceso de conservación fue su consolidación. Una química mediante la inyección de resina y otra mecánica con el reajuste de piezas. «Había piezas movidas, fragmentadas, deformadas e incluso estaban deformados todos los casetones porque se habían ido desenclavando de las zonas centrales de lo que es la estructura», señala uno de los responsables de conservación de la obra. Mediante gatos hidraúlicos se logró colocar las piezas en una posición lo más cercana al original.

La complicada labor de recuperar una lacería de un millar de piezas

Una vez realizado el proceso de conservación, el cual todavía no ha terminado, llega el momento de la restauración. «Había muchas zonas en las cuales la decoración se había perdido. Rosetones, pivotes, zonas de lazada, los mocárabes que adornan cada una de las partes que forman el octógono se habían perdido y esa zonas hay que reponerlas», indica uno de los responsables de Restauración Casanova. Madera diferente al original, Pino Tea una variedad escasa en España, y con piezas de resina acrílica se llevará a cabo la restauración del artesonado mudéjar.

Una vez terminada la reposición de piezas devolver al artesonado su color original será el próximo paso a realizar. Los restauradores utilizarán tintes terminando la obra de conservación y restauración con la aplicación de una capa de protección que preservará la integridad del artesonado hasta una próxima restauración.

Los artesonados mudéjares eran piezas meramente decorativos y se desarrolló únicamente en el territorio peninsular. En las remodelaciones de las iglesias a lo largo de los siglos, la de Sitrama data del siglo XIII, muchos de estos elementos decorativos desaparecían, por eso quedan pocos. De esa escasez se deriva su peculiaridad y su valor incalculable codiciado incluso o especialmente por los coleccionistas de arte y fundamentalmente de arte religioso.

Las iglesias de Los Valles son ricos en este tipo de patrimonio histórico artístico. Los artesonados mudéjares de Grijalba, Bercianos de Vidriales, Maire de Castroponce o Carracedo de Vidriales, o el de la misma Torre del Caracol del Parador de Turismo de Benavente, en su día localizado en San Román del Valle, son algunos ejemplos de ellos.

El coro renacentista, donde actualmente se celebran las liturgias, es otra de las características de la iglesia de San Miguel Arcángel. Coro del siglo XVI con policromado popular. Una de los pocos coros con estas características de los que conservan y conocen en la comarca benaventana.