Por favor, que alguien coja la calculadora y apunte: ¿cuál es el valor de la energía eléctrica generada por la central de Ricobayo desde 1935 hasta ahora?, ¿cuál la del resto de embalses de la provincia?, ¿cuánto de ese valor se ha quedado en Zamora? En la respuesta a esta última pregunta está contenida una de las claves del estado general de depresión que nos aqueja. Y no solo por la sangría poblacional que nos está estrangulando; también, y sobre todo, por esa impotencia emocional que tiene maniatado el futuro de estas tierras.

Los economistas siempre lo han tenido clarinete: donde hay energía hay fuentes de desarrollo, hay riqueza. Aquí, y en otras provincias de la comunidad como Salamanca o León, llevamos décadas dejándola escapar por el aliviadero. Nadie ha levantado la voz, que lo mejor es pillar sitio y el que venga detrás que arree. No solo los partidos políticos han tragado (estos, al menos tenían una excusa interesada en lo de las puertas giratorias), todos nos hemos callado como muertos. Y así nos ha ido y así nos va.

Iberdrola (antes Iberduero) es eso de lo que solo se puede hablar bien; y es que el poder real es incoloro y se ejerce, sobre todo, fuera de los despachos oficiales. Los políticos se han limitado a mantener el sistema y a mendigar el canon energético primero y más tarde el IAE para tapar agujeros en los municipios anegados por los pantanos. Por eso, muy mal tienen que estar las cosas ahora en la provincia para que cuestionen lo que antes era intocable. Bien está que lo hagan y que lo hagamos todos porque, seguramente, todavía ondean en el horizonte jirones de esperanza.

Iberdrola, no nos engañemos, hace lo que se presupone a una gran empresa: intentar ganar el mayor dinero posible. Lo acaba de decir en este periódico: ha vaciado Ricobayo porque se lo permite la ley y para abaratar (¿) el coste de la factura eléctrica. Y es que la central zamorana es la más rentable para la compañía con sede en el País Vasco. O sea que los españolitos hubiéramos pagado la luz aún más cara (si es que es posible) si no se hubiera vaciado Ricobayo.

Para acabar, una nueva pregunta: ¿por qué la CHD tan exigente con el uso del agua del acuífero Los Arenales, postura que está secando el ámbito rural zamorano, no lo es con la “desertización” de Ricobayo? Oído.