Hace algunos años, paseando por los alrededores de la Iglesia de Santa María de la Horta, en la Puebla del Valle de la ciudad de Zamora, unos niños jugaban al fútbol.

Por esos días, un informe de una prestigiosa entidad bancaria, situaba a nuestra provincia en los últimos puestos de una lista en la que se evaluaba el nivel de vida.

Me acerqué a los niños y les dije: “Cuándo seáis mayores y alguien os diga que vuestra ciudad figura en último lugar en esas listas que determinan el bienestar y la prosperidad, no olvidéis responderle que el campo de fútbol de vuestra infancia tenía una portería con arquivoltas y constituía uno de los más hermosos ejemplos de la arquitectura románica del siglo XII, y que eso no lo tenía ni Iker Casillas”.

Vista de la iglesia de Santa María de la Horta, acuarela de Francisco Somoza.

¿Puede haber un índice que exprese mejor las diferencias de un lugar con respecto a otro que lo sucedido a lo largo de cientos de años de historia? O ¿es que alguien piensa que por tener en casa microondas y televisión en los cuartos de baño el nivel de vida es más alto?

 Una de las mejores plataformas desde la que afrontar el futuro es el conocimiento de nuestra historia aunque tal vez desconozcamos su importancia objetiva. Parece que en lugar de estar orgullosos de lo nuestro nos avergonzáramos de ello o tal vez, nuestro pesimismo sea la consecuencia de un exceso de humildad.

Empecemos por el principio:  

¿Por qué estamos aquí? Posiblemente en la respuesta a esta sencilla pregunta podamos encontrar parte de las claves para afrontar el futuro.

Antes que una ciudad, este territorio ya era un ámbito natural extraordinario que propició las condiciones necesarias para su fundación.

Zamora lo tiene todo, un gran río que surca el territorio regando de fertilidad sus huertas; una roca alta que sirvió de base para la construcción de los primeros asentamientos; un lugar que ofrecía los ingredientes esenciales para su fundación: sustento y protección.  

Con el paso del tiempo la ciudad fue creciendo en la única dirección que era posible, hacia el Este. A medida que la ciudad avanzaba en torno a un precioso entramado de calles y callejuelas, el centro urbano se desplazaba, dejando atrás las zonas más antiguas convertidas en una “extraña periferia”, repleta de preciosos edificios, construidos y transformados a lo largo de los siglos, edificios que guardan en su interior espacios y tesoros increíbles. 

En los albores del siglo XX, la llegada del ferrocarril, las nuevas comunicaciones, la velocidad y la luz marcaban el compás de una sociedad diferente abocada irremisiblemente a la modificación de su forma de vida por la presión de los acontecimientos.

Hoy, ciento veinticinco años después de que aquello sucediera, nos enfrentamos al reto de una nueva transformación. Las nuevas tecnologías están alterando los modos de producción y comercialización, están modificando las formas de relacionarnos y, en síntesis, nuestra forma de vida. Y solo a título de ejemplo, hoy ya no es necesario, disponer de grandes áreas de exposición de productos. Internet ha convertido el mundo en un gran mercado en el que cualquier transacción es posible.  

La plaza de La Farola acuarela de Francisco Somoza

 En los últimos años Zamora ha sido dotada de importantes infraestructuras que la acercan a los núcleos de población más importantes de España, pero estas infraestructuras de nada valen si no potenciamos lo nuestro si no anunciamos las posibilidades y los tesoros que esta ciudad contiene, y que no son solo patrimoniales, también lo son el entorno natural, el silencio, la estupenda gastronomía y tantas cosas más hacen de esta ciudad un destino deseable.

Pero para provocar la actividad, para generar atracción, para conseguir la revitalización de este territorio tenemos que hacer un gran esfuerzo inicial, un empujón que rompa la inercia que nos está conduciendo de manera inexorable a la despoblación y al abandono.

Acciones que faciliten y estimulen las inversiones y que solo a título de propuesta podrían resumirse en este decálogo:

1. Convertir nuestra ciudad en centro entre Oporto y Madrid, fomentando las relaciones culturales, comerciales, empresariales… con Portugal: Nunca 50 kilómetros de distancia fueron tan largos. 

2. Fomentar el cierre de los ciclos, no es lógico que nuestra tierra produzca algunas de las mejores verduras del mundo y las enlaten a 500 kilómetros de distancia obteniendo las correspondientes plusvalías.

 3. Reducir los tiempos de tramitación administrativa para la obtención de permisos, reforzando los equipos técnicos y jurídicos que están al frente de esas responsabilidades.

4. Incentivar las inversiones mediante reducciones fiscales o eliminación de impuestos de forma gradual en función de la importancia y el estado de los ámbitos en los que se plantean las intervenciones 

5. Implantar servicios y equipamientos en las zonas que precisan acciones de revitalización, reduciendo los desequilibrios entre las distintas partes de la ciudad. Evitar que la gente de San Frontis o de San Lázaro tengan “que venir a Zamora” 

6. Construir las infraestructuras necesarias que permitan la digitalización de las empresas posibilitando su adaptación a las nuevas tecnologías.

7. Rentabilización de los espacios públicos. ¿No podría El Campus Viriato albergar una universidad internacional de verano?

8. Construir las nuevas dotaciones y servicios públicos en sectores urbanos que precisen recuperar la dignidad. ¿Cómo es posible que uno de las zonas más céntricas de la ciudad como el Barrio de La Lana, sea una zona completamente desconsiderada?

9. Poner suelo a disposición de los emprendedores que facilite las nuevas  implantaciones  con el compromiso de reversión en el caso de que no se lleven a cabo. 

10. Respetar nuestro patrimonio y nuestra historia, porque su conocimiento debe de constituir la base del progreso. 

Como en otras épocas de la historia, los avances técnicos, ahora tecnológicos, están transformando el mundo, los antiguos sistemas de producción y comercialización están quedando obsoletos y como en otros tiempos la sociedad, la forma de la ciudad, estructuras comerciales y residenciales deben de ser modificadas. Los planes de urbanismo en vigor están perdiendo eficacia y ya son incapaces en muchos casos de resolver los problemas que la sociedad actual demanda. 

En estos tiempos es necesario parar y poner la mirada hacia el futuro sin olvidar el pasado.

No olvidemos las palabras de Bob Dylan cuando advertía como enfrentarse al futuro

“…Venid senadores, congresistas,
por favor haced caso de la llamada
no os quedéis en la puerta de entrada
no bloqueéis el vestíbulo
pues va a dañarse
aquel que se halla atascado
hay una batalla fuera
y está bramando
esto pronto sacudirá vuestras ventanas
y hará retumbar vuestras paredes
porque los tiempos están cambiando…”