A las cuatro y media de la tarde sonó el teléfono móvil. En la pantalla «un número muy raro y muy largo». Y unas palabras para no olvidar. «¡Soy Hilda, tu prima de Argentina!», contestó una voz al otro lado. A Basilisa Martínez Ferrero se le saltan las lágrimas sólo con recordar el instante. Ambas se derrumbaron de la emoción tras más de cuatro décadas de silencios e interrogantes. Un mensaje publicado en la sección «El cordón umbilical» de «Zamoranos en el mundo», de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, y la constancia de la hija de un emigrante que murió sin poder regresar a su localidad natal, como tantos otros, hicieron posible «el milagro». Esa noche ya nadie pudo dormir.

Cuando Basilisa Martínez Ferrero, natural de Quintanilla de Urz (y que durante parte del año reside en Almería) leyó que una mujer llamada Hilda Ferrero, desde Argentina, buscaba a posibles parientes de su padre en la localidad zamorana casi se le sale el corazón. Ella había intentado durante muchos años saber de sus primos, los hijos que había tenido el tío Ubaldo, que embarcó rumbo al país sudamericano siendo apenas un niño, y que nunca pudo regresar.

Durante un tiempo se mantuvo el contacto a través de las cartas que llegaban a la madre de Ubaldo, Avelina, y hasta fotografías de los siete hijos que tuvo tras contraer matrimonio con una descendiente italiana. Pero una vez fallecida Avelina, y con el cambio de domicilio de la familia a Bilbao, la comunicación se diluyó hasta desaparecer sin pistas válidas que llevaran a los primos y tíos a reencontrarse. Desde entonces, sólo una laguna de dudas que siempre estaba presente en Basilisa y, ahora lo sabe, también en su prima Hilda, a pesar de los miles de kilómetros que las separan.

En los pocos días que han pasado desde aquella primera conversación ya han podido hablar con más calma. «Esto parece una película y casi ni me lo puedo creer», asegura Basilisa Martínez. «Lo que más quiero ahora es que ella pueda venir a Quintanilla de Urz y conocer dónde vivió su padre». A falta de cartas, esta vez la invitación ha llegado en móvil.

A los 11 años salió de Quintanilla con sus tíos, que no tenían hijos, y ya nunca regresó

Ubaldo Ferrero, el mayor de cuatro hermanos (Eloína, Pepa y Cirilo), tenía 11 años cuando dejó atrás su pueblo, Quintanilla de Urz, para embarcar rumbo a Argentina en 1923. Lo hizo con sus tíos, una pareja sin hijos que propuso a los padres de Ubaldo que éste les acompañase. Con ellos trabajó en el campo, y se dedicó a la siembra y al cuidado de los animales en la finca situada en el término de Pichi Huinca, y que con el tiempo pasó a ser de su propiedad, relata su hija Hilda desde Argentina. «Después de muchos años lo vendió y todos nos trasladamos a General Pico». Ubaldo murió con 76 años después de una larga enfermedad y siempre con el anhelo de su tierra, de su Zamora, y ese gesto triste del contacto perdido con su familia. Ahora, Hilda se ha encontrado no sólo con varios primos, sino con la existencia de un tío carnal, Cirilo Ferrero, de 90 años y hermano de su padre, que reside en Manganeses.