El ganador de la Bienal de Zamora es un granadino (de 1970) irónico, que sabe expresar su pensamiento sobre el arte y el mundo. Cuenta con diez muestras individuales y una definida forma de hacer. Su obra, sin título, es una recreación de los grises. No gusta de las paletadas coloristas. Prefiere la luz que no hace daño.

- En eso de ganar, del alcanzar el primer premio de la Bienal, ¿las tenía -antes del fallo- todas consigo?

- No, no. Nunca sabes qué es lo que va a apreciar el jurado.

- ¿Qué aporta Paco Pomet a la historia de la Bienal zamorana?

- Eso es algo que los zamoranos y la propia Bienal tienen que valorar. Me ha gustado estar representado en este certamen, y he tenido la oportunidad de mostrar mi obra gracias a la labor de la Galería My name´s Lolita Art, cuya representación en la Bienal ha sido, por cierto, muy destacada, ya que el tercer premio también ha recaído en uno de los artistas de la galería.

- Llama la atención algo insólito en estos días: el monocromatismo de su obra. ¿Por qué? ¿Usted ve la vida en blanco y negro?

- El cuadro está pintado en grises, pero en la superficie hay trazada una línea pintada en un color naranja muy fuerte. Este trazo rompe firmemente con ese monocromatismo. Es más, el desarrollo en blanco y negro del cuadro permite que ese trazo de fuerte color se vea con intensidad. En cierto modo, todo lo que está pintado en blanco y negro se halla supeditado a ese sutil e intenso trazo en naranja que cruza la imagen. Sin embargo, en otras obras sí recurro al monocromatismo, como bien dices, aunque no es siempre el blanco y el negro. La renuncia parcial al color que tienen mis cuadros la inicié hace unos tres años. Es una decisión que tomé para potenciar otros valores plásticos que ahora mismo me atraen e interesan más, como es el caso de la luz. Me ocurre cuando veo también fotografía. La luz tan dramática y tan emocionante que posee la fotografía en blanco y negro rara vez es superada por la fotografía en color. Los matices de éste distraen la potencia y la sobriedad de la luz -y de la sombra, que es mucho más descriptiva, más sencilla y, también, más implacable. Me gustan mucho los pintores tenebristas, que dan a la luz un papel preponderante (la pintura española del Siglo de Oro, Ribera, Zurbarán y, también, Goya).

- Eso sí. El arte da color a la vida. ¿O no lo ve así?

- Más que color, que muchas veces se utiliza como una analogía de lo agradable -y el arte no consiste en eso-, podría hablarse de sentido. Creo que una obra de arte, importante, es la que nos emociona porque crea sentido. Por eso nos identificamos con una frase que nos cautiva en un escritor, por eso nos emociona una imagen que nos revela una sensación o un sentimiento concreto que creemos verdadero, que tiene sentido. Considero que el arte verdadero crea sentido, revela verdades, ilumina, desoculta.

- Definen su obra como conceptual. ¿La definen bien?

- Todas las obras son conceptuales, en el sentido en que parten de una idea o un concepto, ya sea ese concepto algo simple o complicado, vago o concreto, cerrado o abierto. Si nos atenemos al sentido estricto del término, tal y como lo usa la Historia del Arte, el Arte Conceptual rechaza la materialización de la idea artística en un objeto concreto, con lo que en mi caso no existiría el cuadro que he pintado. Es difícil clasificar una obra, una pintura. Desconfío de las clasificaciones, porque despojan a las obras de su individualidad, de su particularidad.

- Con su obra, ¿intenta...?

- En general, intento hablar de la perplejidad de estar vivo, del continuo placer y desasosiego que supone habitar un mundo que tiene infinitos sentidos y que, al mismo tiempo, no posee ninguno, donde lo real y lo ficticio cohabitan, se alternan o se enfrentan. El humor, el drama, el chiste, la ironía, el escepticismo, todo puede caber en un cuadro, pues casi todos los asuntos me interesan. Mi forma de hacerlo es siempre mediante un lenguaje de formas realistas que se combinan y se mezclan de manera que componen una imagen nueva, extraña, donde las apariencias encierran significados más ambiguos, y están más abiertas a interpretaciones que varían según la mirada del espectador.

- Usted se ha formado en España, Inglaterra y EE UU. ¿Hay que salir y ver?

- Eso depende de cada cual. A mí me gusta viajar, conocer otros lugares, ver mundo, y creo que es algo que a mi pintura le sienta bien. Sin embargo hay personas que viviendo siempre en el mismo sitio han llegado muy lejos, y su viaje es más interior que físico. Por ejemplo, Morandi, uno de los mejores pintores de este siglo, casi no se movió de sitio, vivió siempre en el mismo lugar, pintaba los mismos motivos, una y otra vez, y sus logros pictóricos fueron maravillosos. Viajar es un valor, pues te da también la medida del lugar de donde vienes. No se puede apreciar algo si uno no se aleja de ello de vez en cuando

- Su obra está presente en instituciones de varios países: España, Francia, Norteamérica, Marruecos...¿Paco Pomet es un buen "relaciones públicas" de su propia obra?

- No necesariamente. La existencia de cuadros míos en instituciones es simplemente debido a un intercambio comercial y cultural... El hecho de que haya obras mías en otros países es la consecuencia de mi gusto por el viaje.

- ¿La figuración presenta un argumento (al espectador) y la abstracción invita a reflexionar sobre una propuesta sin límites?

- No siempre es así, ni las propuestas van en direcciones concretas dependiendo del clásico enfrentamiento figuración/abstracción. La figuración puede ser un simple juego de presencias sin ningún mensaje o, por el contrario, una inmensa narración donde todo lo representado tiene un significado, como ocurre en el maravilloso cuadro de Brueghel "Los proverbios holandeses". A mi parecer, la diferencia fundamental entre la pintura figurativa y la abstracta es un valor que la primera posee, y que consiste en que es capaz de encarnar su mensaje, su contenido, su cometido. Es capaz de darle forma, un horizonte, un cuerpo que el espectador reconoce y donde el espectador se reconoce. La figuración tiene, además, una forma de humildad que la pintura abstracta no posee: querer ser de este mundo, y no de otro. Como esa frase que dice "hay otros mundos, pero están en este".

- En arte, ¿también el futuro fue ayer?

- Absolutamente. El mundo es un continuo renovarse, es un volver a hacer nuevo lo de siempre. Lo verdaderamente nuevo son los avances de la técnica y la tecnología, que son meros vehículos para mostrarnos de diferentes maneras y con otros matices lo mismo de siempre, como las pasiones humanas, que son las que no cambian, y se mantienen vivas e intactas desde que el hombre habita la tierra: el sufrimiento, la muerte, la pérdida, el amor, la felicidad, el placer, la locura, la belleza... Nada de lo fundamental ha cambiado. Ni siquiera ha cambiado el gusto por pintar, por representar algo sobre una superficie. Desde Altamira hasta hoy.

- ¿No es oro todo lo que reluce ni arte todo lo que parece?

- Siguiendo con el símil que propones, el oro es valioso porque es muy escaso, pero tiene la ventaja de que es muy fácilmente reconocible y por eso su valor tiene un precio muy concreto. En arte es imposible afinar tanto, ya que el valor de una obra depende de demasiados factores, y estos factores son, en su mayor parte, ajenos al propio arte. Por lo tanto, el valor de una obra de arte es siempre subjetivo, arbitrario y debemos desconfiar de él. Y me refiero tanto al valor económico como al artístico, ya que estas dos consideraciones también están ligadas íntimamente, gracias o por culpa del desarrollo de la Historia. Habría que distinguir entre una experiencia personal del arte y lo que la sociedad y la Historia a lo largo de los siglos ha convenido en catalogar como Arte... La obra se convierte en arte cuando exalta, eleva o afecta el ánimo (ánima, alma) de un espectador. Sólo en ese preciso momento. Todo lo demás es política.

- En la pintura, ¿cuál puede ser el máximo valor?

- Que el cuadro esté bien pintado, que sea muy difícil de refutar o rechazar. Esto parece una perogrullada, pero no lo es. Un cuadro está bien pintado cuando la forma y el contenido están perfectamente ligados, cuando las dos cosas, materia e idea, coexisten y ninguna prevalece sobre la otra, cuando parecen haberse gestado al mismo tiempo y ninguna de las dos se halla supeditada a la otra, cuando vemos claramente que la intención del pintor era mostrar esa imagen precisa y no otra. Una buena pintura nos hace creer en la verdad de su mentira, como una vez dijo Picasso.

- ¿Ha visto muchas exposiciones que son un engaño?

- He visto exposiciones muy malas, cuadros que no merecían ser expuestos, tontadas, ocurrencias banales, pero no me he sentido nunca engañado en una exposición, pues el que expone se expone, se muestra a sí mismo y lo hace ante el público, la prensa, sus amigos, familia y conocidos. La obra sólo puede convencer por sí misma, porque no puede replicar ante al aburrimiento o la refutación del que la ve.

- ¿El peor enemigo del artista...?

- La autocomplacencia. Si te gusta demasiado lo que haces, si crees haber encontrado un estilo definitivo, si crees que has tocado techo, entonces estás perdido como artista y además probablemente no haya quien te aguante.