No es sólo una exposición, ya que el número de visitantes hace que se articule en torno a ella toda una industria de servicios orientados al turista, desde negocios de hostelería y restauración hasta tiendas de recuerdos y productos de la tierra y otros pequeños comercios, sin olvidar también las repercusiones en el sector hotelero y los alojamientos de la ciudad y el entorno.

De ahí que en Toro estén esperando como agua de mayo la confirmación de la exposición de Las Edades del Hombre para el año 2016. De hecho, el Ayuntamiento toresano ya ha recibido peticiones de información de emprendedores que tienen intención de abrir un pequeño negocio en las fechas en las que se confirme la llegada de la exposición, sin esperar al año 2016. «En la ciudad se espera con tanta ilusión que hay varias personas que nos han manifestado que están dispuestas a emprender de forma inmediata y sacar adelante un negocio si se consigue», indican desde el Consistorio toresano.

Al respecto, el alcalde alude a la situación económica y confía en que Las Edades supongan «el inicio de un cambio de ciclo» y representen «esa palanca que se necesita para despegar definitivamente de una situación muy adversa de últimos años, con una crisis sin precedentes y el drama del empleo». Por ello, desde la institución local apuestan porque la exposición de arte sacro de las Diócesis de Castilla y León suponga «un punto de inflexión a partir del cual la economía local se recupere de forma notable».

La repercusión de una exposición de este tipo, a juzgar por todas las ediciones celebradas hasta ahora, se circunscribe tanto a bares, cafeterías, restaurantes y otros negocios de hostelería como a hoteles, hostales, pensiones y casas rurales. Del mismo modo, la incidencia es directa en las tiendas de regalos y productos de la tierra y de forma indirecta también repercute en todo el pequeño comercio y en la economía local y el empleo de la localidad que acoge Las Edades del Hombre. Para hacerse una idea, los cálculos apuntan a que puede llegar a multiplicarse por diez la presencia de turistas durante la exposición, lo que supone poder conseguir en un año tantos turistas como en toda una década. Además, hay que evaluar la repercusión para el buen nombre de Toro, al amplificar la exposición la marca de la ciudad y darla a conocer a toda la geografía nacional.