Las "devoluciones en caliente" o cómo conseguir la integración de los inmigrantes en la sociedad española. Estos y otros temas centraron el discurso que el jesuita toresano, José Luis Pinilla, ha pronunciado recientemente en el Congreso Mundial de Migrantes, organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Migrantes, y que reunió en Roma a 300 delegados de 92 países. Pinilla, que ocupa el cargo de director de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, participó en el congreso como integrante del grupo de la Pastoral de Migraciones de España, encabezado por el obispo de Albacete, monseñor Ciriaco Benavente, y del que formaron parte otros cinco delegados diocesanos de España.

En el marco de este simposio, el jesuita toresano presentó la labor de la Iglesia española en materia de migración y explicó a los presentes que, pocas horas antes de la celebración de la reunión en Roma y ante las puertas del Congreso de los Diputados de Madrid, más de un centenar de organizaciones civiles y religiosas habían presentado una petición para que no fuera aprobada la denominada "cobertura legal a las devoluciones sumarias o devoluciones en caliente" de personas inmigrantes, petición que había sido avalada con documentos de la Comisión Episcopal de Migraciones. En su intervención, Pinilla explicó que este servicio "de denuncia profética era uno de los servicios que la Iglesia hace en su función de denuncia evangélica cuando se atenta contra la dignidad de los inmigrantes". Por otra parte, Pinilla destacó en su alocución que el camino hacia la integración pasa por una "sociedad más multicultural" y recordó que, a principios del 2014, en España había más de cinco millones de extranjeros empadronados "a pesar de la crisis económica", que el Ministerio de Empleo ha aprobado más de un millón de concesiones de nacionalidad española por residencia y que, en el 18% de los matrimonios contraídos en 2013, uno de los cónyuges era extranjero. Pinilla complementó estos datos con testimonios de inmigrantes que residen en España como el de Íñigo Karin que llegó a Melilla desde Nador, después de estar toda la noche nadando, aunque en la travesía nocturna por el mar fallecieron dos de sus acompañantes. En la actualidad, Karin colabora con la parroquia de San Francisco Javier y el Centro de Pueblos Unidos, apuntó Pinilla.

El jesuita toresano también explicó a los participantes en el Congreso Mundial la "gran labor" que realizan las congregaciones religiosas y apuntó que en las familias y en las escuelas cada vez conviven más personas de nacionalidad española y extranjera, a la vez que recordó que uno de los objetivos de la Iglesia española era estar presente en más de 60 misiones con emigrantes en Europa. Por último, el jesuita toresano realizó una propuesta a las Conferencias Episcopales Europeas durante su intervención, basada en una cooperación activa con la Iglesia en Iberoamérica, con el objetivo de "promover el acompañamiento de los sacerdotes a los inmigrantes latinos". Esta propuesta, según apuntó el jesuita toresano, "ha calado y esperamos una próxima reunión", para concretar más detalles y poner en marcha esta iniciativa.

En el marco del congreso los participantes realizaron una visita guiada a los museos vaticanos, incluida la Capilla Sixtina, y fueron recibidos por el papa Francisco en la sala Clementina. En esta recepción, como apuntó Pinilla, el papa recordó que "la Iglesia tratar de ser el lugar de la esperanza, levanta su voz en defensa de los derechos de los migrantes y proporciona asistencia, incluida la material, sin exclusiones".

Finalizado el discurso, saludó a los cardenales y obispos, así como a los ponentes en el Congreso, momento en el que Pinilla recordó al pontífice que también es jesuita y que trabaja al servicio de la Iglesia con los emigrantes. Pocos días después, como recordó Pinilla, el papa intervino en el Consejo Europeo en el que aseguró que "no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio".