Gracias al programa «Vacaciones en paz», desarrollado por la Asociación Zamorana con los Niños del Sáhara, este año son siete los niños saharauis que pasan el verano con familias de acogida en la Comarca de Toro, cinco permanecen en la ciudad toresana, uno más que el pasado año, mientras que otro reside en la localidad de La Bóveda de Toro, y el otro pasa la época estival en el municipio de Fresno de la Ribera.

Para el toresano Ángel García éste se ha convertido en el segundo año que acoge a un niño saharaui, y reconoce que se ha pasado todo el año, desde que el niño regresó al campamento de refugiados, esperando que volviera. Asegura que es una experiencia «muy enriquecedora, y más que por lo que nosotros aportamos, por lo que los niños nos aportan a nosotros». Además, confiesa que, después de haber visitado los campamentos de refugiados y haber visto cómo viven allí y las condiciones en las que se encuentra el pueblo saharaui, «la verdad es que me anima más a seguir luchando por ellos, por los niños, ayudando a los niños y al pueblo saharaui y a todas las familias».

Explica que los niños «vienen en unas condiciones muy lamentables, hechos polvo, sin fuerzas y a falta de todo», e incide en que, en cuanto a las condiciones médicas, por ejemplo, «nuestro niño tiene un problema de visión importante y allí no se le podría curar». De hecho, añade que «yo mismo he visitado el dispensario del campamento de Edchera, que es donde trabaja la tía del niño, que es huérfano de madre y vive con su tía y con su abuela, y he podido comprobar las condiciones médicas que tienen, que viven gracias a la ayuda humanitaria, a todo lo que se les manda, la verdad es que podemos tener en nuestras casas mucho más que en cualquier dispensario de allí».

Incide también en que los niños «vienen con morriña, sobre todo al principio, se acuerdan de los suyos y añoran a su familia, pero luego se les pasa», sobre todo porque estos niños «ya están muy acostumbrados a Toro y a la gente», por lo que «se sienten ya como unos toresanos de pro y están muy contentos». Además, desea «hacer un llamamiento a la solidaridad de los toresanos», pues, aunque «sabemos que estamos en tiempos de crisis, pido que los toresanos se animen a acoger a estos niños para que pasen un verano distinto, fuera de esos campamentos, y que puedan tener las mismas condiciones que cualquier niño de España».

Otra de las familias de acogida es la de Domi y Jorge Herrera, quienes llevan acogiendo niños saharauis «muchísimos años», y, de hecho, Herrera precisa que «tengo uno fijo en casa que lleva aquí ya 18 años», por lo que «ya es un toresano completamente», aunque señala que vino con un programa distinto, uno para niños enfermos, y recuerda que «se adaptó enseguida porque era muy pequeñito», aunque aclaró que cuando vienen más mayores tampoco les cuesta adaptarse; así, indica que «nosotros hemos acogido niños, tanto mis hijas como yo, durante todos los veranos, y nunca hemos tenido ningún problema con estos niños, sino todo lo contrario».

Por este motivo, cuando se van «da mucha pena, los extrañas mucho durante un tiempo, y te estás acordando de ellos durante todo el año», aunque también tienen contacto con ellos a largo del año, «la relación con ellos es extraordinaria, cuando llegan extrañan un poquito, pero si tú los sabes llevar y tienes un poquito de paciencia y muchísimo cariño, todo va bien», y ni siquiera el idioma supone una barrera para la comunicación entre los niños y las familias.

Por todo ello, subraya que «quiero animar a las familias toresanas a que acojan a niños saharauis porque la experiencia, para mí, ha sido muy buena, muy bonita», y es que, «nosotros les daremos mucho a los niños, pero lo que nos dan ellos es extraordinario, te dan mucho cariño y muchísima alegría en casa». Recuerda que viajó a los campamentos hace muchos años, y ahora son sus hijas las que los visitan, así que «recomiendo esa visita a todas las familias que acogen a los niños».

También para Ascensión Guerra se trata del segundo año que acoge a un niño saharaui en su casa, y resalta que esta experiencia «es muy bonita, sobre todo cuando les ves descubrir cosas que para nosotros son habituales, como el agua o la luz». Explica que este año el niño ha venido «muy malito, con varicela», y también el año pasado llegó enfermo, con un problema de tiroides, «pero se le curó aquí». Describe un día del verano para este niño, y afirma que comienza viendo los dibujos en la tele, «pero no da ninguna guerra», y a veces, después de comer, su marido lo lleva a pescar al río «y allí se pasa las horas sentado en una piedra y pesca, que todos le miran cómo pesca, y me trae un caldero lleno de peces».

También en su caso mantienen el contacto con el niño durante el resto del año, pues «para nosotros es parte de la familia, es un hijo más, y cuando se va te falta algo, sólo pasar por el pasillo y ya estoy mirando su cama porque me parece que lo veo allí, y es que tengo puesta una foto grande suya, y cuando la miro se me caen las lágrimas».

Por su parte, la presidenta de la Asociación Zamorana con los Niños del Sáhara, Inés Prieto, confirma que «todos los niños que han venido están integrados completamente», e incluso que «ellos dicen que vienen a estar con su familia de España, vienen emocionados y contentísimos». Prieto destaca que Toro, junto con su Comarca, «siempre ha sido un municipio que ha acogido muy bien al pueblo saharaui y a sus niños», y éstos disfrutan el verano y las familias toresanas apoyan al 100% el proyecto «Vacaciones en paz». Así, recuerda que desde la Asociación «animamos a las familias de Toro a que acojan niños», para lo cual deben ponerse en contacto con la Asociación en el mes de enero, «y allí estamos siempre dispuestos a recibirlos y a informarles para poder aumentar el número de niños en Toro».

Por otro lado, explica que el coste del billete de cada niño le cuesta a la Asociación 750 euros, «pero no supone ningún coste para las familias», sino que tan sólo tienen que ser socias de la Asociación, con lo cual pagan una cuota de 50 euros al año, y colaborar con sus actividades para poder llevar a cabo este proyecto. Si se tiene en cuenta que hay 45 niños en la provincia de Zamora, se puede ver la elevada cantidad que supone «Vacaciones en paz», pero matiza que «se hace todo a través del trabajo de la Asociación y del apoyo de las familias de acogida».

En cuanto al médico, los niños entran directamente en las cartillas sanitarias de las familias de acogida, por lo que «sus gastos médicos los cubre la Junta de Castilla y León, e incluso tenemos colaboradores privados, como dentistas y oftalmólogos».