El fantasma de Valorio. Yo creo que son varios los fantasmas que pueblan el bosque animado de la ciudad y se dedican a hacer desaparecer los millones que invierte el Ayuntamiento pacientemente cada tres o cuatro años, para seguir espantando a los recalcitrantes "visitadores" que persisten en perturbarles pese a que no tienen un banco en pie donde sentarse para descansar del paseo o arriesgan su integridad física al cruzar por las deterioradas pasarelas sobre el arroyo. Las ánimas del bosque hacen desaparecer con sus artes los miles de árboles que se plantan, secan el estanque absurdamente vallado y agrietan las pistas deportivas. Nada se puede hacer porque la naturaleza del bosque se revuelve contra la agresión del cemento municipal en un movimiento autodestructivo que le lleva a morir lentamente antes que dejarse urbanizar con la lluvia de millones.

El fantasma del Matadero. Una maldición parece haber caído sobre el edificio del antiguo matadero de Zamora, de alzado tan siniestro como una casa fantasma. Parece que los miles de animales sacrificados para consumo humano siguen encerrados entre sus desvencijados muros, y se vengan de la ciudad impidiendo que comiencen las obras proyectadas para dedicarlo a la vida cultural. La casa animada se mantiene cerrada e invadida por la vegetación, que parece protestar por el maltrato que la sociedad da a sus animales explotándolos hasta la extinción o la locura.

El fantasma de Softec. Es éste un fantasma importado por el presidente del Gobierno y su representante en Zamora, de carácter inmaterial como cualquier fantasma que se precie, y capaz de crear puestos de trabajo y atender carteras de pedidos antes de hacerse presente ante los incrédulos mortales zamoranos. De momento se hace patente su presencia por medio del señor Cuadrado, que actúa como médium, y "a veces ve muertos" que reclaman el cumplimiento de las promesas pendientes.

El fantasma del escabeche. Es el último que se ha hecho presente en la provincia, en Castro de Alcañices, haciendo desaparecer el escabeche que pagó el Ayuntamiento con una factura de algo más de noventa euros y que no se han comido los trabajadores que arreglaron los caminos a quienes iba destinado. Este fantasma es el más habitual en Zamora y suele andar entre los despachos de las instituciones públicas haciendo desaparecer el dinero de todos en beneficio de unos cuantos fantasmas que no dejan que la provincia despegue hacia el desarrollo. Son los más peligrosos por su resistencia a abandonar los edificios oficiales y porque, pese a su carácter inmaterial y por ello imposible de ser combatido, hacen desaparecer el escabeche y dicen que todo el pescado está vendido en Zamora.

Los fantasmas electorales. Aparecen cada cuatro años en actos multitudinarios donde son aclamados por materializarse en un cuerpo de apariencia humana que se deja saludar, abrazar y besar niños. Tras estas milagrosas apariciones, vuelven a sus moradas hasta la próxima cita electoral, y son esperados con vehemencia por sus seguidores, que esperan ser señalados por su dedo para entrar en la corte de elegidos.

En Zamora estamos rodeados de fantasmas y de nada sirve negar su existencia. De ahí que por San Pedro, las sabias gentes del pueblo compren las ristras de ajo para todo un año de ajo y líquido elemento.