Conforme se van conociendo más y más datos sobre Ángel María Villar y su banda las preguntas se hacen insoportables: ¿Nadie supo nada?, ¿nadie vio nada?, ¿nadie sospechó nada?, ¿nadie oyó nada? Y las respuestas son deprimentes: nadie, nadie, nadie, parece que nadie. Lo que inevitablemente nos lleva a una conclusión dura y dolorosa: este es un país de ciegos, sordos, mudos y añada usted lo que quiera. Al menos, lo ha sido en materia deportiva durante los más de 28 años que el señor Villar Llona ha estado al frente de la Real Federación Española de Fútbol (o fúrbol o fúlbol, como diría él). ¡¡¡Y hace dos meses había sido reelegido, sin oposición y casi por una unanimidad a la búlgara para otros cuatro años!!! ¿Qué dirán ahora algunos de sus fieles votantes, esos que parecían no concebir el fútbol (o fúrbol o fúlbol) sin el timón de su querido presi?

Lo que se va sabiendo de los 44 folios del auto del juez Santiago Pedraz es demoledor. A Ángel María Villar, a su hijo Gorka, al vicepresidente de la Federación y presidente de la tinerfeña, Juan Padrón, y al secretario de ésta, Ramón Hernández, les atribuye los delitos de administración desleal, apropiación indebida, estafa, falsedad documental y corrupción entre particulares. A los tres primeros les envía a prisión incondicional porque teme que huyan de la Justicia "máxime ante la gran capacidad económica de que disponen". Además, el magistrado cree que pueden obstruir la investigación.

Las últimas noticias hablan ya de unos cien millones de estafa o apropiación indebida y de unos 40 investigados (antes imputados), la mayor parte de ellos directivos de las federaciones territoriales y de las empresas que los Villar habían montado para asegurarse dos cosas: beneficios económicos altísimos y la reelección una vez tras otra de don Ángel María como presidente de la Federación Española. Ambas vertientes del negocio se retroalimentaban. Villar repartía a su capricho dinero público entre amigos y leales, estos le garantizaban su continuidad en el cargo y desde ahí seguía haciendo negocios sin que nadie chistara. Todos cogían tajadas o mojaban en el caldo. Y todos, empezando por Villar, se creían impunes.

Las fórmulas para tener contento al personal y asegurarse votos y pasta eran muy variadas: desde llevar partidos de la selección nacional a los territorios fieles hasta pagar sueldos elevados por no hacer nada o muy poco, pasando por la reventa de entradas de partidos de España, ventas a la baja de derechos televisivos, mordidas para que la organización de esos encuentros recayesen en las empresas de su hijo, etcétera, etc, etc. Y así durante más de 28 añitos Y eso que Villar, alentado y protegido por un periodista de notoria influencia, llegó a la Presidencia de la RFEF para limpiar y poner orden en una casa que, según el citado informador, habían denigrado y hundido personajes como Porta (Pablo, Pablito, Pablete) o Roca. Y don Ángel María hizo de redentor? de sí mismo. Y fue tejiendo una red que, por lo que se va conociendo, tiene poco de deportiva y mucho de mafiosa, incluida la "omertá", el silencio cómplice porque puedo quedarme sin subvención, sin cargo, sin bicocas?

¿Y la opinión pública española?, ¿y nuestras dignísimas autoridades? Bien, gracias a Dios. Cierto que algunos periodistas, algún aspirante a puestos en la RFEF, algún cargo político, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, denunciaron la supuesta corruptela de Villar, pero les hicieron poco caso. Don Ángel María seguía a lo suyo ganándose incluso un prestigio internacional que le condujo a altos cargos en la UEFA y la FIFA y a colocar a su hijo en el máximo escalafón de la Confederación Sudamericana de Fútbol, donde, al parecer, hizo también de las suyas. Hay denuncias contra él, y el que fue portero de Paraguay y del Zaragoza, José Luis Chilavert, ha declarado que, viendo lo que sucedía, le dijo a Gorka Villar que "acabaría preso".

Pues sí, hemos estado ciegos, sordos, mudos y demás durante cerca de 30 años. Mientras aplaudíamos y nos emocionábamos con los éxitos de la selección española y de nuestros clubes, otros, aprovechando ese fervor y tapados por esa cortina, se lo estaban llevando crudo ante nuestras narices y ante las mismas narices de los responsables políticos ya fueran con el PSOE de Felipe González, ya con el PP de Aznar, ya con el PSOE de Zapatero, ya con el PP de Rajoy. Para Villar no había colores. Solo el color del dinero. Para las autoridades, el fúrbol o fúlbol era un asunto de Segunda División. Bastaba con que no diera guerra ni problemas y consiguiera éxitos. Y Villar se aprovechó del ambiente. Pero, amigo, como decía mi abuela: "Hijo, la avaricia rompe el saco"? Aunque seas, como don Ángel María, de Bilbao.